El Espíritu para anunciar el evangelio
Llegó a Nazaret. Donde se había criado, y según su costumbre, entró en la sinagoga el día de reposo, y se levantó a leer. Le dieron el libro del profeta Isaías, y abriendo el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio… (Lucas 4:16-18).
Una vez salido del desierto, vencida toda tentación, y lleno del Espíritu, Jesús se encaminó al norte de Israel, a la región de Galilea, llegando al pueblo donde se había criado: Nazaret, aunque se había establecido en Capernaún, donde al parecer tenía una casa (Mr.9:33). En esta ciudad ya había iniciado su ministerio haciendo milagros y predicando (Lc.4:23). Por tanto, le precedía la fama y muchos hablaban bien de él esperando verle hacer los mismos milagros en Nazaret.
El pasaje de Lucas 4 es muy rico en detalles. Fue a Nazaret, donde se había criado, y según la costumbre que tenía, entró en la sinagoga el día de reposo. Estando allí se levantó a leer, le ofrecieron el libro del profeta Isaías, y Jesús lo abrió deliberadamente por el capítulo 61. Una vez leído el pasaje cerró el libro, lo devolvió al asistente y se sentó. Los ojos de todos estaban fijos en él esperando alguna reacción o comentario. La expectativa era máxima. La rutina habitual de la sinagoga iba a romperse de un momento a otro, se palpaba en el ambiente. Entonces Jesús se identificó con el mensaje del profeta que acababa de leer y dijo: Hoy se ha cumplido esta Escritura que habéis oído. La lectura rutinaria de un día de reposo habitual en la tradición judía dio un giro inesperado. Jesús vivifica la palabra profética. Se identifica con ella. Anuncia su cumplimiento. El Maestro ha unificado la palabra revelada con el Espíritu que la vivifica. Contiene el evangelio anunciado por los profetas (1 Pedro 1:10-12) y manifestado ahora en la persona del Mesías.
Jesús fue lleno del Espíritu para anunciar el evangelio. El evangelio es la buena nueva para los pobres, los cautivos, los ciegos y los oprimidos. Es el anuncio del jubileo, el año de gracia, el día del favor de Dios para Israel y todas las naciones. El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio (Mr.1:14-15). Jesús fue lleno del Espíritu para predicar el evangelio, y lo hizo fundamentado en la palabra profética más segura. La respuesta inicial de sus conciudadanos fue positiva, pero pronto cambiarían de parecer…
Buscar la llenura del Espíritu no puede tener otro objetivo que anunciar el evangelio y hacerlo según las Escrituras.