GRATITUD Y ALABANZA ( 16 ) – Sacrificio de alabanza ( 11 )

GRATITUD Y ALABANZA - 1Sacrificios de alabanza y gratitud (11)

Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. El es el que perdona…el que sana… el que rescata… el que te corona de bondad y compasión, el que colma de bienes tus años, para que tu juventud se renueve como el águila (Salmos 103:1-5 LBLA).

Si hay una voz que le habla al alma para decirle: bendice al Señor y no olvides sus beneficios, debe haber un lugar más profundo, con más autoridad, de donde emana esa voz. Ese lugar no puede ser otro que el espíritu del hombre. Jesús enseñó que Dios es Espíritu, y los que le adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad. Por tanto, el espíritu renacido le dice al alma: Bendice y no olvides. Y a ese espíritu humano se le une el Espíritu de Dios en la regeneración, cuando renacemos a una nueva vida por la palabra de Dios y el Espíritu que da vida. Jesús dijo que el Espíritu vendría para guiarnos a toda verdad. Una de esas verdades centrales es levantar en nuestro corazón adoración y gratitud. Del corazón mana la vida. Por eso dice el salmista: Te daré gracias, Señor mi Dios, con todo mi corazón, y glorificaré tu nombre para siempre (Salmos 86:12 LBLA).

Si andamos en el Espíritu, que es el mensaje central del Nuevo Testamento para todos aquellos que seguimos al Maestro y Mesías, bendeciremos a Dios por todos sus beneficios sin olvidar la fuente de nuestro bienestar y vida. La Escritura está llena de los beneficios de servir a Dios, el Dios de Israel. En el libro de Deuteronomio han quedado reflejadas ampliamente las bendiciones de obedecer a Dios, servirle con alegría y vivir bajo su voluntad. Por otro lado, también están reseñadas las maldiciones de romper el pacto que Dios hizo con su pueblo en el desierto; como en la carta de Hebreos, donde han sido recogidas las consecuencias de pisotear la sangre del nuevo pacto: ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? (Hebreos 10:29).

Los beneficios no han sido gratuitos para el Hijo de Dios, le costaron la vida. La bendición de Dios tiene como fundamento el sacrificio del Justo, por ello, se nos insta a no olvidarlos dándole gracias por ellos. El salmista hace una relación breve de algunos de estos beneficios: Dios perdona nuestros pecados, sana nuestras enfermedades, rescata del hoyo nuestras vidas, nos corona de bienes y misericordias, nos colma de bienes nuestros años para vivir en una continua renovación de fuerzas y vitalidad, como el águila.

         De lo más hondo de nuestro ser brota una voz dirigida al alma que nos exhorta: ¡bendice a Dios y no olvides que nuestra Fuente es Él!

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