4 – LA LUCHA INTERIOR – Una lucha que divide desde las entrañas

Lucha interiorUna lucha que divide desde las entrañas

… Y Rebeca su mujer concibió. Y los hijos luchaban dentro de ella; y ella dijo: Si esto es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar al Señor. Y el Señor le dijo: Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos se dividirán desde tus entrañas; un pueblo será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor  (Génesis 25:21-23).

Es paradójico que cuando una persona nace de nuevo, una de sus primeras experiencias, después del gozo de la salvación, es un conflicto interior. Aunque ha decidido vivir en santificación, abandonar el dominio del pecado mediante la fe en Jesús, eso no le exime de la batalla que acaba de comenzar. Es la batalla de la fe.

Tenemos otra analogía en la vida de Rebeca, mujer de Isaac. Una vez casada con su marido, figura de Jesús, encuentra que es estéril. No hay fruto en su vientre. De esa necesidad surge un clamor que termina con la concepción de Rebeca. Pero pronto, a la alegría del alumbramiento, le sigue el conflicto de dos naturalezas distintas peleando en su ser interior. El conflicto fue tan grande en la vida de Rebeca, que incluso superó su inicial deseo de tener hijos.

Muchos creyentes se preguntan en los primeros tiempos de la fe por qué tienen ahora mas luchas que antes. ¿Cómo es posible que después del «alumbramiento» —nacer de nuevo— la lucha sea más intensa que cuando no era cristiano? Rebeca se dijo: si esto es así, ¿para qué vivo yo?. Hay un periodo de interrogantes sin resolver, pero superado el tiempo de la prueba, llega el conocimiento de lo que está pasando.

Rebeca fue a consultar al Señor y la respuesta que le dio seguramente fue inesperada: Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos se dividirán desde tus entrañas; un pueblo será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor. Una misma persona con dos naturalezas bien distintas la una de la otra. Cada una de ellas tiene el poder de desarrollarse y crecer, pero una tendrá el dominio sobre la otra. Es lo que vimos en el capítulo 6 de Romanos.

Hemos salido del dominio del pecado y entrado a la esfera de la gracia; sin embargo, debemos disponer nuestros miembros para servir a la justicia. Dios le dijo a Rebeca: el mayor servirá al menor. La naturaleza carnal es anterior y en su origen más fuerte que la espiritual. El reino de Dios comienza en nosotros siendo la menor de las semillas, pero luego crece y se hace grande. Esa es la voluntad de Dios para el nuevo hombre, que crezca, y la vida del Espíritu tenga el predominio en nuestras vidas. Por tanto, el mayor servirá al menor.

         La lucha interior comienza pronto en nosotros una vez que hemos concebido la vida de Dios.

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