295 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEventos principales (V) – Derramamiento del Espíritu Santo

Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre y fuego, y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de YHVH. Y todo aquel que invocare el nombre de YHVH será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación  (Joel 2:28-32)

Derramamiento del Espíritu Santo

Creo que una de las arrogancias más comúnmente expresadas, y aceptadas de manera natural, es cuando se establecen de forma inequívoca los acontecimientos pormenorizados de los tiempos finales. Ciertas teologías pretenden dejar fundamentadas bases inamovibles en cuanto a los detalles minuciosos de cómo serán las cosas que preceden al advenimiento del Mesías. En mi caso no pretendo hacerlo, entre otros motivos porque soy consciente que no están presentados de manera incuestionable en la Escritura. Por eso tenemos distintas interpretaciones del fin; varias escuelas de interpretación escatológica que pretenden señalar los sucesos desde una óptica fundamentada en la Biblia, que al contradecir las otras dejan de manifiesto que hay posturas erradas, aunque se respeten sus posiciones.

Creo sinceramente que la mayoría adolecen de una carencia de origen, producida por arrancar de posiciones teológicas que interpretan de forma espiritual las profecías bíblicas referidas a Israel, que a su vez son consecuencia de la llamada Teología del Reemplazo.

Podemos ver con claridad el velo que Israel tiene en cuanto al Mesías, pero a la vez somos víctimas de otro velo, el que nos impide ver el plan de Dios con Israel. Venimos viendo una infinidad de profecías que apuntan claramente al reino mesiánico en Jerusalén, la restauración de Israel en su tierra y todas las consecuencias que se desprenden de estas verdades esenciales para comprender los tiempos del fin. Israel ha venido a ser piedra de tropiezo para la iglesia, como la iglesia ha sido piedra de tropiezo para que los judíos fueran provocados a celo mediante el evangelio. Hay ceguera y velos en ambas direcciones.

Los tiempos de la restauración de todas las cosas incluyen la comprensión del plan de Dios con Israel y la iglesia complementándose sin exclusiones mutuas. Para ello necesitamos revelación, ojos abiertos, verdad liberada, y todo ello viene con el derramamiento del Espíritu Santo. El orden puede variar, ser distinto en matices, pero la Escritura habla de acontecimientos que tienen lugar antes de su venida. ¡Antes de su venida! Uno de ellos lo hemos visto: la gran tribulación. Ahora queremos meditar brevemente en otro: el derramamiento del Espíritu sobre toda carne.

Los tiempos finales son una combinación de distintos eventos que tienen lugar en la tierra antes de la parusía. Escapar no es una opción. Para poder soportar los tiempos que preceden a su venida, donde la iniquidad tiene un despliegue mundial nunca visto, los hijos del reino necesitan un derramamiento del Espíritu en plenitud. Jesús lo enseñó a los suyos poco antes de partir al Gólgota, sabiendo que en breve tiempo, después de su resurrección, partiría a la diestra del Padre, dejando la misión a los apóstoles para llevar adelante la gran comisión. Por ello, les dijo, no os dejaré huérfanos, os enviaré el Espíritu Santo que os guiará a toda verdad, os capacitará, recibiréis poder y me seréis testigos. Ese evento, en primicia, tuvo lugar el día de Pentecostés, donde fue derramado el Espíritu tal y como anunció el profeta Joel. El apóstol Pedro recogió el mensaje del profeta identificándolos con los acontecimientos que tuvieron lugar en Jerusalén ese día. De la misma manera, esa profecía volverá a reactivarse antes de su venida.

Observa. Joel anuncia el derramamiento del Espíritu sobre jóvenes y ancianos, señales en el cielo y en la tierra, para añadir que todo eso tendrá lugar antes que venga el día grande y espantoso de YHVH. Eso no ocurrió el día de Pentecostés, por lo que queda otro derramamiento del Espíritu anunciado para un tiempo anterior a la llegada del día del Señor.

El pasaje que tenemos de base comienza con esta expresión: Y después de esto. Después que ocurran las cosas mencionadas en los textos anteriores será derramado el Espíritu. En ellos se menciona especialmente la restauración de Israel en su tierra. El Señor restituirá los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta; comerán hasta saciarse, y alabarán el nombre de YHVH; conocerán que el Señor está en medio de Israel, y su pueblo nunca más será avergonzado. Y añade. Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne. Y con el derramamiento del Espíritu la invocación de su nombre para salvación. Lo cual traerá salvación en el monte de Sion y en Jerusalén. El remanente al cual habrá llamado (Joel 2:32). No es un derramamiento para el espectáculo carnal, sino para soportar y vencer la persecución en los días finales.

Luego en el capítulo tres del mismo libro de Joel tenemos lo que ya hemos mencionado sobre la reunión de las naciones para ir contra el pueblo de Dios en el valle de Josafat; una guerra mundial que culminará con la llegada del Mesías a Sion, cuando entrará en juicio con las naciones que promovieron la dispersión de Israel, y repartieron su tierra (Joel 3:1-3).

Es el mismo mensaje del capítulo treinta 37 del profeta Ezequiel. Luego, en el capítulo 38 se menciona la venida de una coalición de naciones lideradas por Gog contra Israel, que desatará la ira y el enojo del Señor (38:18); su celo por Sion (38:19); enviando fuego sobre Magog, haciendo notorio su santo nombre en medio de su pueblo Israel (39:6,7); y la casa de Israel estará enterrando durante siete meses a Gog y a toda la multitud que vino con él (39:11-13). El Señor pondrá su gloria entre las naciones que habrán visto su juicio (39:21). Sabrán los pueblos que a pesar que el Señor escondió su rostro de Israel por sus pecados, entregados en manos de sus enemigos (39:23), los recogerá de la cautividad teniendo misericordia de ellos, y mostrándose celoso por su santo nombre (39:25). Luego habitarán en su tierra con seguridad (39:26,28). Y añade el profeta: Ni esconderé más de ellos mi rostro; porque habré derramado de mi Espíritu sobre la casa de Israel, dice YHVH el Señor (39:29). Todo un proceso de restauración y juicio que culmina con el derramamiento del Espíritu como vemos en el libro de Joel y Ezequiel.

Repito. No me interesa demasiado el orden cronológico y exacto de los acontecimientos. Lo reseñado en estas meditaciones es orientativo. Es un puzle con muchas piezas que solo el Señor sabrá colocar en su debido orden. A nosotros nos toca estar despiertos ante la magnitud de los sucesos; conocer los tiempos en que vivimos; y ser útiles al Señor y su causa, alineándonos con la profecía y alejándonos de posturas humanistas y buenistas de falsa piedad que predominan en las corrientes de pensamiento en el mundo entero.

La causa de Dios nunca es popular. Israel y la iglesia viviente con los objetivos complementarios que tienen de parte del Señor nunca son populares; la palabra de la cruz es locura, por tanto, no busquemos la comprensión y el beneplácito de los poderes de este mundo. Porque el mundo entero está bajo el maligno, y en los últimos tiempos la mentira y el engaño correrán masivamente y muchos serán engañados. La fuerza de la mentira sigue siendo arrolladora en un mundo caído y dirigido por el padre de la mentira. En medio de esa atmósfera el Señor derramará su Espíritu para que los suyos se aparten de iniquidad e invoquen su nombre en una hora de gran confusión que dará lugar al día de más luz y gloria.

En su venida confluyen una serie de acontecimientos positivos y negativos: Restauración de Israel, juicios, guerra final y devastadora, tribulación, derramamiento del Espíritu, el rapto de los suyos y la aparición del Rey para establecer su reino y trono en Jerusalén. Nuestra próxima parada será sobre el popular arrebatamiento.

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