12 – LA LUCHA INTERIOR – El temor a Esaú

Lucha interiorEl temor a Esaú

Líbrame, te ruego, de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque yo le tengo miedo, no sea que venga y me hiera a mí y a las madres con los hijos  (Génesis 32:11).

Esaú es un tipo de la vida carnal, el hombre viejo, el que se opone a Dios y sus designios. Es enemistad contra Dios. No puede agradarle. Dios aborrece a Esaú. Nosotros también debemos aborrecer la ropa contaminada por su carne (Jud.23).

Esaú menosprecia la herencia de Dios, se une con la idolatría a través de matrimonios con mujeres idólatras; trae dolor a la casa de sus padres por la desobediencia; es violento y vive por su espada, −de sus propios recursos carnales−; le puede el rencor al sentirse engañado por su hermano, aunque antes él mismo ha menospreciado la primogenitura, y se consuela con el deseo de matarle para satisfacer sus apetitos homicidas. Todo ello hace que su hermano huya de su presencia y ahora le atemorice volver a encontrarse con él.

Jacob, por su parte, ha estado muchos años lejos del hogar, ha tenido que vivir apartado, huir de su familia para quedar lejos del alcance homicida. Ha vivido como extranjero y experimentado una transformación de su carácter que le hace muy distinto a la persona que era cuando partió de su casa.

Podemos vivir un tiempo lejos del poder del hombre carnal, pero llegará el día cuando tendremos que volver a encontrarnos con él. Ese día, como Jacob, habremos aprendido a temerle, no por miedo a su persona, sino por no fiarnos de nosotros mismos. Buscaremos a Dios con todo nuestro corazón para que nos libre de Esaú y podamos prevalecer sobre la carne.

La lucha interior será fuerte un tiempo, pero llega el día cuando la transformación de Jacob, −no la de Esaú−, nos colocará en posición de superar a este enemigo constante. Podemos avanzar hacia la heredad pero no evitaremos otros peligros y conflictos; tendremos cerca a Esaú rondando por el territorio donde nos movemos, pero hemos aprendido a buscar a Dios, levantar su altar, depender de su gracia y soberanía.

Temer a Esaú nos quiere enseñar que siempre estaremos en situación de encontrarnos con el viejo hombre, aprendiendo que el temor de Dios nos librará de todo temor de hombres. La vida de oración será una necesidad vital para encontrar recursos espirituales y vencer, sin caer en la tentación. Velad y orad para que no entréis en tentación. A la verdad, el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.

         El proceso de lucha interior que representan Esaú y Jacob nos debe conducir al temor de Dios para vivir lejos del temor del hombre.

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