HOMBRES DE VERDAD – Sufrimientos (segunda parte)
Pero tú has seguido mis… sufrimientos… (Padecimientos RV60) (2 Timoteo 3:10, 11 LBLA)
En su segunda carta a los corintios, el apóstol de los gentiles hace varias listas de lo que significó para él ser apóstol de Jesucristo. Deberíamos pasar por esas listas antes de auto proclamarnos con demasiada facilidad apóstoles del Maestro. Aunque me alargue en esta meditación, (los sufrimientos siempre han sido largos en el cristianismo vivo), creo que merece la pena recordar las palabras del apóstol. «Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos; llevando siempre en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Porque nosotros que vivimos, constantemente estamos siendo entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo mortal» (2 Corintios 4:8-11).
Más adelante, en la misma carta, y como respuesta a la osadía de quienes se exaltaban así mismos y se hacían pasar por súper-apóstoles, les dice: «¿Son servidores de Cristo? (hablo como si hubiera perdido el juicio) Yo más. En muchos más trabajos, en muchas más cárceles, en azotes un sinnúmero de veces, a menudo en peligros de muerte. Cinco veces he recibido de los judíos treinta y nueve azotes. Tres veces he sido golpeado con varas, una vez fui apedreado, tres veces naufragué, y he pasado una noche y un día en lo profundo. Con frecuencia en viajes, en peligros de ríos, peligros de salteadores, peligros de mis compatriotas, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajos y fatigas, en muchas noches de desvelo, en hambre y sed, a menudo sin comida, en frío y desnudez…» (2 Corintios 11:23-27). En definitiva, «todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos».
¡Cómo hemos adulterado el mensaje! Hoy parece haber una competencia en ciertas congregaciones para saber quién es más rico materialmente como señal de la bendición de Dios. Hemos sido devorados por el sistema mundano comercial; los placeres temporales del pecado brillan tanto que han oscurecido la perla de gran precio. Nos hemos entregado al lujo, el reconocimiento y la sumisión al sistema político, cultural y de las grandes corporaciones que ejercen su manipulación babilónica. Los ejemplos de Pablo y Timoteo nos muestran una verdad bien distinta. El primero le dice al segundo: «Pero tú has seguido mis sufrimientos».
Los hombres de verdad se distinguen por la perseverancia en el sufrimiento producidos por la indiferencia del sistema mundano.