80 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – Vivir y andar (1)

ANDAR EN EL ESPÍRITU

         Las experiencias no son un fin en sí mismas, si no que deben afianzar el desarrollo de nuestro andar en el Espíritu. La clave de la vida cristiana está en andar en el Espíritu. Podemos ser llenos del Espíritu una vez, tener alguna experiencia ocasional, que aunque transformadora, debe producir en nosotros el anhelo constante de andar en el Espíritu, y permanecer en Cristo.

         Por eso me ha parecido necesario, después de las experiencias carismáticas, y antes de entrar de lleno en el tema de los dones espirituales, dejar constancia que nada de ello es posible sin vivir y andar en el Espíritu, que es el Espíritu de santidad.

  1. Vivir y andar por el Espíritu (I) (Gá.5:25)
  2. Vivir y andar por el Espíritu (II) (Gá.5:25)
  3. El Espíritu de santidad (Ro.1:4)

La vida en el Espíritu - MeditacionesVivir y andar por el Espíritu (I)

Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu (Gálatas 5:25).

La vida cristiana comienza por el Espíritu y la palabra, sin ello no hay vida de Dios, lo que tendremos será religión, imitación, falsificación, suplantación, pero nunca la vida engendrada en nuestro espíritu que inicia una nueva andadura vital y trascendental. Pablo dice:«nueva criatura es». Jesús enseña: «es necesario nacer de nuevo, del Espíritu»; si no es así no vemos ni entramos en el reino. Ahora bien, una vez habiendo nacido del Espíritu, (vivir por el Espíritu), necesitamos aprender a andar en el Espíritu, y para ello necesitamos crecer, madurar, volver a ser llenos del Espíritu una y otra vez, obedecer a Dios, poner la mente en las cosas del Espíritu (Ro.8:5-6 LBLA).

Tenemos un ejemplo magnífico de lo que quiero decir en la marcha de los israelitas por el desierto una vez fueron redimidos de la esclavitud de Egipto. Salieron con poder. La redención fue impactante. La esclavitud quedaba atrás, delante un andar en obediencia. Pablo lo explica de esta manera:«Porque no quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube y todos pasaron por el mar; y en Moisés todos fueron bautizados en la nube y en el mar» (1 Co.10:1-2). Meditemos. Israel fue rescatado de Egipto, todos pasaron por el mar Rojo, (figura del bautismo), y todos fueron guiados por la nube de día y el fuego de noche, (figura del bautismo del Espíritu). Ahora bien, no todos fueron obedientes, ni todos entraron en la tierra prometida. Vivieron por el Espíritu, pero no todos anduvieron en el Espíritu. Sin embargo, todos se movían cuando la nube se levantaba, y cuando la nube paraba el campamento de Israel, toda la congregación, acampaba (Nm.9:19-22). Por tanto, todos vivían por el Espíritu, pero no todos andaban en el Espíritu.

Pablo dijo a los gálatas: «¿Tan insensatos sois? Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿vais a terminar ahora por la carne?» (Gá. 3:3). También enseña a los corintios que «por un mismo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo… a todos se nos dio a beber del mismo Espíritu» (1 Co.12:13), pero sabemos que no todos eran espirituales.  Hay personas que dicen haber sido bautizadas en el Espíritu pero como algo pasado, y hoy no viven llenos del Espíritu, por tanto, su testimonio pone en duda sus afirmaciones. Necesitamos ser llenos del Espíritu continuamente (Ef.5:18) para andar en el Espíritu.

         La vida nueva en el Espíritu la recibimos por gracia, pero andar en el Espíritu significa vivir en obediencia siendo llenos continuamente de Él.

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