9 – LA SANTIFICACIÓN – El fruto de la santificación

La santificaciónEl fruto de la santificación

Pero ahora, habiendo sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como resultado la vida eterna  (Romanos 6:22 LBLA)

En la Escritura vemos repetidamente cuál es el proceder de Dios. Él comienza, produce, crea las condiciones para que a partir de ellas, y cumpliendo con las reglas y leyes establecidas, se lleve a cabo un proceso de expansión. La creación física, en muchos aspectos, es el resultado de la expansión que se va produciendo paulatinamente, siempre en conformidad a las leyes de origen y que han sido establecidas por el Creador. El hombre las descubre y se beneficia de ellas. La ciencia parte de la materia prima ya creada, también de las leyes establecidas en el Universo, para que a partir de esos parámetros pueda avanzar a nuevas metas.

La transgresión de las leyes establecidas opera siempre en contra de los objetivos buscados. Por su parte, si colaboramos con los principios correctos obtendremos resultados exitosos. Siempre hay la tentación de adulterar la materia prima, o manipular los procesos; en esos casos podemos llegar a resultados rápidos pero pronto muestran su inconsistencia.  Todo esto en el campo de la física, pero cuando lo llevamos al terreno espiritual los principios son los mismos.

Pablo también nos habla, en el texto que estamos meditando, de un proceso expansivo. Primero hemos sido libertados del poder del pecado. Hemos dicho en otras reflexiones que vivíamos bajo un dominio, incluso se le llama reino, el del pecado. Ahora, por la redención efectuada por Jesús, hemos sido redimidos, rescatados de la tiranía del pecado y hechos siervos de Dios. Una nueva naturaleza se ha activado en el hijo de Dios, la naturaleza divina, como dice el apóstol Pedro: Pues su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuáles nos ha concedido sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que por ellas lleguéis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por causa de la concupiscencia (1 Pedro 1:3,4).

Después de haber sido hechos siervos de Dios, el fruto que daremos será la santificación, vidas entregadas a la voluntad de Dios para vivir en sus caminos y obras. Y el resultado de todo ello será entrar en la vida eterna.

La vida cristiana responde a procesos establecidos: libertados del pecado, hechos siervos de Dios, fruto de santificación y resultado vida eterna.

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