Donde abunda el pecado sobreabunda la gracia
Mas Noé halló gracia ante los ojos del Señor (Génesis 6:8 LBLA)
La generación de Noé estaba entregada al pecado, a los placeres de la carne y la disolución de una vida desenfrenada. Predominaban las multitudes inclinadas al mal. Su pecado era de tal magnitud que llegó al cielo, y a Dios le pesó haber creado al hombre. Dios quedó entristecido ante la dimensión de la maldad. Por tanto, Él no siempre está contento. El carácter santo de Dios no le permite alegrías cuando su creación más elevada está entregada al vicio.
El carácter justo de Dios no tolera la injusticia, el abuso y la iniquidad de unos contra otros. No nos engañemos. Dios no siempre calla de amor. No siempre se regocija sobre ti con cánticos. Dios no puede ser burlado, todo lo que el hombre siembra eso siega. Dios manda a todos los hombres que se arrepientan de su pecado para que puedan entrar en el «arca», en la expiación que ha preparado en la cruz del calvario. Hay condiciones, mandamientos, y provisión.
La gracia de Dios supera el poder del pecado. La misericordia triunfa sobre el juicio, aunque no tendrá por inocente al culpable. Una sociedad entregada al vicio no pasa desapercibida delante de un Dios justo y santo. Hay gracia. Noé halló gracia ¿por qué? porque era un hombre justo, perfecto entre sus contemporáneos; Noé andaba con Dios (Gn.6:9).
La gracia vive en medio de gran pecado. Es posible vivir en una sociedad embriagada de vicio y maldad y andar con Dios. La gracia de Dios en el hombre es más fuerte que el pecado de una sociedad entera. Sublime gracia. Inmensa gracia. Donde abunda el pecado sobreabunda la gracia. La provisión de Dios para su pueblo que vive rodeado de violencia, enriquecimiento ilegítimo, placeres y bienestar carnal, no es llenarlo de más placeres mundanos, sino colmarlo de su gracia. ¡Bástate mi gracia! Noé halló gracia ante los ojos del Señor.
La gracia que halló Noé fue el resultado de la vista de Dios. El Señor veía su vida entrelazada en una generación torcida y perversa, y en medio de esa situación Noé resplandecía como un luminar en el mundo que le rodeaba. He aquí, los ojos del Señor están sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia (Sal. 33:18 LBLA). La gracia es anterior a la ley y se alimenta de las obras de la fe. Por la fe Noé, siendo advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó un arca para la salvación de su casa, por lo cual condenó al mundo, y llegó a ser heredero de la justicia que es según la fe (Hebreos 11:7).
La gracia de Dios se ha manifestado para salvación; nos enseña que renunciemos a la impiedad y los deseos mundanos viviendo en la piedad.