Eventos principales (I) – El Rey que viene (6) – Reinará con justicia
He aquí vienen días, dice YHVH, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y éste será su nombre con el cual le llamarán: YHVH, justicia nuestra (Jeremías 23:5,6)
Reinará con justicia
Hemos identificado claramente al Rey en la Escritura. Viene para establecer justicia en la tierra. Repito, en la tierra. En la Ley, los profetas y los salmos están recogidos con detalle. Veamos algunos aspectos de su reinado en la tierra. En próximos capítulos veremos su asentamiento terrenal, dónde tendrá lugar, y la extensión de su dominio. Ahora repasemos algunos detalles del reino que viene.
Dice el profeta: He aquí para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio. Y será aquel varón [una vez más nos encontramos con la encarnación del rey] como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa (Isaías 32:1,2). Y añade más adelante. Y reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia, y abundancia de salvación; el temor de YHVH será su tesoro (Isaías 33:6). La justicia, la sabiduría, la ciencia y la salvación presiden su reinado; además de un gran bienestar natural: escondedero contra el viento, refugio contra el turbión, arroyo de aguas en tierra de sequedad, sombra de gran peñasco en tierra calurosa. Todo ello en el ámbito natural, y también como atmosfera espiritual única en el mundo. Su presencia en la tierra traerá gloria mediante el conocimiento del Señor como las aguas cubren el mar.
Hagamos ahora una parada en el Salmo 72 para ver algunos otros aspectos de su reinado. Juzgará a su pueblo con justicia, y a los afligidos con juicio (versículo 2). Salvará a los hijos del menesteroso, y aplastará al opresor (4). Florecerá en sus días la justicia, y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna (7). Dominará de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra (8). Ante él se postrarán los moradores del desierto –seguramente una apelación al sometimiento de la potestad islámica que proviene del desierto de Arabia− (9). Este reino se caracteriza por la justicia entre los pueblos. Juzgará la causa de los afligidos de Israel y las naciones; salvará a los hijos de los menesterosos y aplastará al opresor.
La ideología comunista ha pretendido establecer, −más bien imitar o falsificar−, la justicia social en la tierra mediante una revolución proletaria que solo ha traído más injusticia, pobreza, represión y nuevas élites dominantes. No es así el reino venidero. Florecerá en sus días abundancia de paz. El Mesías-Rey dominará de mar a mar; su reino no tendrá fin. Los reyes de las naciones le traerán presentes y ofrecerán dones; todos los reyes se postrarán delante de él (10,11).
En sus días la oración del menesteroso será respondida con prontitud (12); recuerda que el diablo estará atado. La causa de los pobres será reivindicada (12,13). Redimirá y libertará sus almas del engaño y la violencia (14). Habrá continua oración por el Rey; todo el día se le bendecirá (15). No habrá escasez de alimentos, las cosechas serán abundantes y se gestionarán los recursos de forma justa y equitativa (16). Las ciudades florecerán y sus habitantes vivirán ampliamente realizados en sus expectativas (16). El nombre de nuestro Rey será perpetuo mientras dure el sol. La bendición de Dios alcanzará a todas las naciones según la promesa dada a Abraham. Benditas serán en él todas las naciones (17). Tenemos aquí una referencia clara a la simiente de Abraham y su llamamiento en Génesis 12:1-3. Y toda la tierra será llena de su gloria (19).
Es un anticipo del reino milenial anunciado. El corazón del hombre piadoso clama por la justicia de su reinado. Hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios. La pérdida del paraíso perdido y la espada del ángel que lo custodiaba han hecho que anhelemos nuestro reencuentro con el reino del que fuimos despojados. La misma creación y los hijos de Dios gimen y claman por la redención de nuestro cuerpo de muerte para regresar al estado primigenio. Es el reino mesiánico que aparece por toda la Biblia. Es el Rey que esperamos y que viene a Sion.