TIEMPOS FINALES – Aumento de la maldad (1)
… Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará (Mateo 24:12)
La conjunción «y» se usa habitualmente como valor de unión, suma o adición, sirve para añadir un nuevo elemento. En nuestro recorrido añade una nueva señal de los tiempos finales. Da continuidad a los sucesos enlazados anteriores al advenimiento del Mesías-Rey. El texto que tenemos para meditar introduce una consecuencia del aumento de la maldad: el amor de muchos se enfriará. Ambas realidades van juntas. Hay un aumento de la maldad que produce un enfriamiento del amor. Es la triste realidad de la iglesia de Laodicea, abandonaron su primer amor. Estamos asistiendo, sin duda, a un aumento de la maldad en el corazón del hombre. La dureza se inicia cuando el ser humano no tiene en cuenta a Dios. No le da gracias, se envanece en sus razonamientos y su necio corazón es entenebrecido. Una sociedad sin Dios legisla sin temor de Dios. No hay Dios. Solo el hombre. No hay juicio. Solo ante los hombres, y estos pueden ser fácilmente engañados, de ahí la loca carrera para camuflar, aparentar, disimular, fingir, esconderse detrás de cierta educación en las formas, un tono de voz modulada que encubre la mentira como forma de vida. Filosofías relativistas. Nada es bueno ni malo. Por tanto, se impone el aumento de la maldad que navega bajo unos parámetros seculares sin control, inventando males, llamando a la luz tinieblas y a las tinieblas luz. El apóstol Pablo lo llama el misterio de la iniquidad que ya estaba en acción en sus días, y que irá en aumento, hasta que el Señor lo elimine con el espíritu de su boca, y lo destruya con el resplandor de su venida (2 Tes. 2:7-9). Este aumento de la maldad produce apostasía en los creyentes, y da paso a la manifestación del hombre de pecado, el hijo de perdición. Lo hemos visto ampliamente en la serie sobre el hombre condenado. El hombre de pecado vive dominado por el mal, un dueño a quién sirve con delectación y se complace con todos aquellos que practican el pecado en su gran diversidad de formas y manifestaciones. Cada día se suceden ante nuestros ojos noticias aterradoras a través de infinidad de imágenes y mensajes en los medios de comunicación que hielan la sangre, todo ello está insensibilizando y hechizando a nuestra generación en una conformidad ante el mal que enquista la conciencia y la cauteriza. Los ejemplos son innumerables. La manipulación de la pandemia del coronavirus a la que estamos asistiendo es una prueba más de como la mentira predomina. Nuestro gemido debe ser el que adelante su venida.
El aumento de la maldad produce el enfriamiento del amor que a su vez congela el alma anunciando la necesidad libertadora del reino mesiánico.