Los profetas de Israel (XXIX) – Isaías (15)
En aquel día YHVH castigará con su espada… al leviatán serpiente veloz, y al leviatán serpiente tortuosa; y matará al dragón que está en el mar… Jacob echará raíces, florecerá y echará renuevos Israel, y la faz del mundo llenará de frutos… será perdonada la iniquidad de Jacob, y éste será todo el fruto, la remoción de su pecado… Acontecerá también en aquel día, que se tocará una gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos… y adorarán a YHVH en el monte santo, en Jerusalén (Isaías 27:1,6,9,13)
Seguimos «en aquel día». Un día esclarecedor, lleno de luz, cuando el lucero de la mañana aparezca en nuestros corazones (2 P.1:19), reconociéndole porque le hemos amado sin haberle visto, y al verle, nos gozaremos con gozo inefable y glorioso (1 P.1:8). Entonces seremos manifestados con él en gloria (Col.3:4). Porque cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro (1 Jn.3:2,3).
Por todo ello, nos dice el apóstol Pedro, debemos estar atentos a la palabra profética más segura, como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro (2 P.1:19). Porque la noche está avanzada, y se acerca el día. Por tanto, debemos conocer el tiempo en que vivimos, y levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros la salvación que cuando creímos (Ro.13:11-14). Porque en esperanza fuimos salvos, pues, si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos (Ro.8:24,25). No somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para la preservación del alma (Heb. 10:39).
Glorioso día. Un día para matar al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y ser echado en el lago de fuego y azufre. Aquel día, después de la manifestación del hombre de pecado, el hijo de perdición, que se opone a Dios, haciéndose pasar por Dios; quien activa el misterio de la iniquidad, el inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida (2 Tes.2:3-8).
Glorioso día. Israel florecerá, la faz del mundo llenará de frutos, porque habrá sido perdonada su iniquidad y todo Israel será salvo (Ro.11:26 con Is.59:20). La bendición de Abraham llegará a todas las naciones. Se tocará una gran trompeta, ―el shofar―, y vendrán los que habían sido esparcidos entre las naciones para adorar al Señor en el monte santo, en Jerusalén. Bendito día. Un día para la convergencia de gran diversidad de acontecimientos relevantes y trascendentes.
Hay un día establecido para derrotar al dragón. Para que Israel florezca y llene de frutos el mundo; su pecado sea removido y adoren en Jerusalén.