104 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEn los Salmos (XIV) – La ciudad del gran Rey

Grande es YHVH, y digno de ser en gran manera alabado en la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo, hermosa provincia, el gozo de toda la tierra, es el monte de Sion, a los lados del norte, la ciudad del gran Rey… La afirmará Dios para siempre… Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aun más allá de la muerte (Salmos 48:1-14)

         Hay un denominador común que se repite como un mensaje bien establecido en los últimos salmos que hemos estudiado: un Rey que reina en Sion sobre todas las naciones. Es un reino cuyo trono está establecido en justicia, paz y bienestar de los pueblos. Su dominio se extiende por toda la tierra bendiciendo a todas sus familias. Esa fue la promesa hecha a Abraham en su llamamiento; aún no se ha cumplido en toda su amplitud, y cada palabra que sale de boca de Dios tiene cumplimiento. Su palabra permanece para siempre. No vuelve a Él vacía sin haber realizado el propósito para el cual ha sido enviada.

Los profetas hablaron de ese día, un día conocido del Señor, para establecer la justicia perdurable en la tierra. ¡En la tierra! El mismo salmista exclama: Hubiera yo desmayado, si no creyere que veré la bondad de YHVH en la tierra de los vivientes (Sal.27:13). Y su exhortación continua: Aguarda a YHVH; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a YHVH (27:14).

Por tanto, hay esperanza. Las tinieblas no prevalecerán; aunque al presente, si es necesario, seamos afligidos en diversas pruebas. Hay un día para la justicia universal. Los ángeles dijeron a los apóstoles que miraban al cielo cuando el Rey partía a la diestra del Padre: este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo (Hch. 1:11). Y lo hará a Jerusalén, la ciudad de nuestro Dios, su monte santo, el gozo de toda la tierra, la ciudad del gran Rey. Será afirmada para siempre, y los enemigos que se oponen a ella serán derrotados. En ella estará su templo, aunque al presente esa explanada esté usurpada por la abominación del falso profeta.

Toda restauración de los hijos de Israel en su tierra y a su Dios provoca una reacción mundial, religiosa, teológica y política que trastorna y afecta a todos los pueblos, por ello se confabulan viendo en el actual y minúsculo Estado de Israel (en comparación con las 22 naciones musulmanas que la rodean) el motivo de la confrontación que impide la paz mundial. Israel es acusado de perturbador de la paz. Sin embargo, en sus entrañas anida la esperanza de los profetas por el advenimiento del Deseado de todas las naciones; el príncipe de paz.

         La ciudad de Sion, el gozo de toda la tierra, es hoy foco de perturbación mundial, hasta que venga el gran Rey y asiente sus pies sobre ella.

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