Los orígenes del reino (XI) – El Príncipe del ejército de YHVH
Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? Él respondió: No; mas como Príncipe del ejército de YHVH he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? (Josué 5:13-15)
Después de cuarenta años en el desierto, Israel está delante de la tierra prometida para conquistarla. Moisés ha muerto. Josué ha sido elegido para llevar al pueblo a la conquista de Canaán. El desafío es grande. Josué se siente abrumado y tiembla ante la responsabilidad. Tiene la certeza de que el Señor le acompaña, pero necesita más, ahora se encuentra con un personaje imponente con una espada desenvainada. La duda le asalta. ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? En ese momento el varón que está delante de él se presenta como el Príncipe del ejército de YHVH. Ha venido como Rey de Israel para ponerse al frente de la batalla que se avecina.
Batalla que se desarrolla en dos dimensiones, una terrenal y otra espiritual. Josué ya conoce esa realidad, la vivió en los días cuando tuvo que pelear contra Amalec, mientras Moisés, Aarón y Hur estaban en la cumbre del collado para levantar la vara de Dios, mientras Josué y el ejército se batían contra sus enemigos que se habían levantado contra el trono de YHVH (Ex.17:8-16).
Cuando Josué supo la identidad del Príncipe del ejército de YHVH, lo adoró y le reconoció como Señor. No puede haber duda de quién se trata. El León de la tribu de Judá ha salido para ponerse al frente de los ejércitos de Dios y pelear las batallas del Señor (Ex.14:14) (Dt.20:4).
Desde el principio del llamamiento de Dios a Israel como pueblo elegido ha tenido enemigos que combatir. Cuando ha andado en la Ley de su Dios el Señor ha salido como Príncipe del ejército para pelear por ellos. La batalla es inevitable y se presenta en dos esferas, una terrenal y otra espiritual. Ambas convergen. Ambas son de Dios y no debemos espiritualizarlas.
Aunque la lucha de la iglesia no es contra carne y sangre, sino contra principados y potestades en las regiones celestes, y nuestras armas no son carnales, sino poderosas en Dios para derribar fortalezas, el pueblo de Israel sí ha combatido, y debe hacerlo aún hoy, contra enemigos que han venido a destruirla para tratar de abortar los planes de Dios.
Como iglesia de Dios debemos ocupar nuestros puestos; de la misma manera que hicieron Moisés, Aarón y Hur en lo alto de la montaña, orando y levantando altar al Señor. Formamos parte del mismo reino. Israel y los redimidos unidos en la misma batalla.
Yeshúa es el Príncipe de los ejércitos de YHVH que ayudó a Josué a conquistar la tierra, y es cabeza y Señor de la iglesia. El Mesías-Rey.