Y en la iglesia, Dios ha designado: primeramente, apóstoles (1 Corintios 12:28).
He querido enfatizar en las tres meditaciones anteriores (según la enseñanza paulina) la verdad del cuerpo de Cristo en su diversidad de dones y funciones, para tener una base sólida al entrar ahora a hacer un breve recorrido por los dones ministeriales.
Comenzaremos, claro, por el primero, los apóstoles. «Primeramente apóstoles». Todos sabemos que la palabra apóstol significa «enviado», y no puede haber predicación del evangelio si no hay los que son enviados, es decir, apóstoles (Ro.10:14,15). Jesús escogió a doce para que estuvieran con él, para que tuviesen autoridad y para enviarlos a predicar (Mr. 3:13-19). Son los doce apóstoles. Uno de ellos traidor, Judas, que fue substituido por Matías (Hch.1:23-26). De entre ellos destacaron algunos, y fueron contados por columnas de la primitiva congregación: Jacobo, Pedro y Juan (Gá. 2:9).
Luego vino el llamamiento de Pablo como apóstol de los gentiles, enviado a las naciones, de quién tenemos información y enseñanza más que de ningún otro. La enseñanza apostólica, referida a los primeros, incluyendo a Pablo, es el fundamento de nuestra fe, juntamente con los profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesús mismo (Ef.2:20). Todo lo cual constituye el fundamento de nuestra fe.
Los primeros discípulos estaban entregados continuamente «a las enseñanzas de los apóstoles…» (Hch.2:42). En este sentido no se puede hablar de apóstoles con la misma autoridad. «Primeramente, apóstoles». Punto. Luego ha habido y hay dones ministeriales enviados a pueblos y naciones para predicar el evangelio de Dios, pero nunca con el mismo nivel de autoridad que los primeros apóstoles.
Hoy se usa y abusa de este término como un título; muchos se autodenominan apóstoles antes de usar su propio nombre; Pablo nunca lo hizo, (como ha reseñado un pastor de Madrid en uno de sus escritos), si no que siempre iba primero el nombre, Pablo, luego la función, apóstol de Jesucristo (Ro.1:1). Hoy se dice: el apóstol (título), luego viene el nombre de la persona, y en muchos casos (demasiados) con luces de neón.
Solo deberíamos pasar por las listas que hace Pablo en sus cartas a los corintios para recordar cuáles son las señales de un verdadero apóstol de Jesús, nunca un título, si no una función, y está plagada de persecuciones por ser enviados a predicar a Cristo y este crucificado (1 Co.4:9-13) (2 Co.11:10-33) (1 Co.1:22-24).
Primeramente apóstoles para poner el fundamento y edificar la congregación de Dios; escogidos para una función no para ostentar un título.