68 – Las limitaciones en la predicación (III)

La vida en el EspírituY cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y hablaban en lenguas y profetizaban. Eran en total unos doce hombres (Hechos 19:6-7).

         Volvamos al inicio del suceso que tuvo lugar en Éfeso para ver su desarrollo progresivo. Pablo llega a esta gran ciudad de Asia Menor y encuentra a algunos discípulos que solo han oído hablar del bautismo de arrepentimiento que predicó Juan el Bautista. Les pregunta si han recibido el Espíritu Santo cuando creyeron y le responden que ni siquiera han oído hablar si hay Espíritu. Entonces Pablo les habla del bautismo en agua en el nombre de Jesús como continuidad al mensaje de Juan el Bautista. Cuando lo oyen se bautizaron en el nombre del Señor Jesús.

Antes de seguir pensemos. ¿Discípulos que ni siquiera han sido bautizados en el nombre de Jesús? Pues sí, eso dice el texto. Ahora imaginemos que al oír a Pablo estos discípulos se negaran a ser bautizados en el nombre de Jesús aludiendo a la enseñanza que habían recibido, y se obstinaran en ello cerrando su propio desarrollo. Sin embargo, estos discípulos obedecieron la enseñanza del apóstol bautizándose en agua. Y ahora viene otra fase más. No han oído nada sobre el Espíritu Santo, pero cuando Pablo (seguramente acordándose de su propia experiencia con Ananías) les habló de recibir la llenura del Espíritu, estos doce discípulos aceptaron lo expuesto por Pablo y se dispusieron a recibirlo. Dicho y hecho. Pablo les impuso las manos y vino sobre ellos el Espíritu Santo. ¿Cómo lo supieron? Porque hablaban en lenguas y profetizaban. La misma experiencia que habían tenido los ciento veinte en el Aposento Alto el día de Pentecostés (Hch. 2:4); lo mismo que ocurrió en casa de Cornelio (Hch.10:44-46); lo que tuvo lugar en la ciudad de Samaria y que tanto impresionó a Simón (Hch. 8:14-19); y lo mismo que experimentó Saulo de Tarso en la casa donde estuvo tres días orando antes de que llegara Ananías y orase por él para ser lleno del Espíritu (Hch.9:11-17).

El orden de las experiencias puede variar pero todas ellas acaban en la llenura del Espíritu para que el discípulo del Señor tenga el potencial divino para realizar la obra de Dios. Pensemos. Estos doce discípulos que poco antes ni siquiera habían oído hablar del bautismo en el nombre de Jesús, con una fe muy limitada, ahora se ha expandido en ellos de tal forma que fueron llenos del Espíritu para llenar con el evangelio toda Asia Menor partiendo desde Efeso.

         El verdadero discípulo del Señor sabe escuchar las verdades que desconoce y aceptar la imposición de manos para ser lleno del Espíritu a través de quienes lo transmiten y no de impostores, imitadores o falsificadores.

 

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