Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir… (Juan 16:12-13).
Me fascina la confianza que Jesús muestra en la obra posterior del Espíritu Santo sobre la vida de los discípulos. El Maestro sabe que los suyos no son capaces de absorber, asimilar y digerir todo lo que están viendo y oyendo en boca de su Señor. Incluso sabe que no tienen la capacidad de comprender muchas de las cosas que han sucedido y están por suceder. Por eso le dijo a Pedro en cierta ocasión: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después (Jn.13:7).
La verdad está en Jesús. La verdad debe ser revelada progresivamente mediante la obra del Espíritu Santo en la vida de aquellos que aman la verdad. El mismo Pedro en cierta ocasión tuvo que decir: Ahora comprendo que Dios no hace acepción de personas (Hch.10:34). Y más adelante, explicándolo a los que eran de la circuncisión, les dijo así: Entonces me acordé de las palabras del Señor, cuando dijo: Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo (Hch.11:16). ¿Cómo se acordó? El Espíritu Santo le recordó lo que Jesús había dicho. Comprender y recordar las palabras de Jesús es una obra directa del Espíritu sobre sus discípulos. El apóstol Juan escribió: Cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron de que había dicho esto; y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había hablado (Jn.2:22). Aquí se trataba de otro misterio sin resolver en la mente de los apóstoles acerca de la destrucción del templo, hecho en 46 años, y levantar uno nuevo en solo tres días. Los judíos no lo comprendían, pero los apóstoles tampoco.
El Espíritu no habla por su propia cuenta. No podemos aceptar un supuesto mensaje de algún profeta o maestro diciendo hablar en nombre de Dios si lo que dice no concuerda con las palabras de Jesús. Jesús es la verdad y el Espíritu también es la verdad. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad (1 Jn.5:6). Por tanto, siempre hay acuerdo en Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Espíritu también puede revelar lo que habrá de acontecer en el futuro, no en vano reveló a Juan el Apocalipsis, pero siempre en concordancia con la enseñanza de Jesús y la palabra revelada en la Escritura. Nosotros también debemos confiar en la obra del Espíritu una vez hemos anunciado y proclamado el evangelio.
El Espíritu, que es la verdad, nos guía a la verdad y no hay mentira en El.