Y los discípulos estaban continuamente llenos de gozo y del Espíritu Santo (Hechos 13:52).
La predicación del evangelio avanzaba en las regiones donde nunca había llegado la buena nueva. La estrategia de Pablo y Bernabé era ir primero a los judíos, entraban en la sinagoga y partiendo de la verdad que ya conocían y de la que eran herederos por la fe de Abraham, le predicaban a Cristo el Mesías. A esta primera etapa le seguía el endurecimiento de la mayoría de los judíos que resistían la palabra, entonces Pablo y Bernabé iban con el mensaje a los gentiles. Éstos, con menos prejuicios religiosos y sin herencia bíblica, aceptaban en masa el evangelio. Así lo recogió el autor Lucas. Pero cuando los judíos vieron la muchedumbre, se llenaron de celo, y blasfemando, contradecían lo que Pablo decía. «Entonces Pablo y Bernabé hablaron con valor y dijeron: Era necesario que la palabra de Dios os fuera predicada primeramente a vosotros; mas ya que la rechazáis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Porque así nos lo ha mandado el Señor… Oyendo esto los gentiles, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor; y creyeron cuantos estaban ordenados a vida eterna» (Hch.13:45-48).
La palabra del Señor se difundía por toda aquella región y con ella la persecución. No habremos entendido nada de la predicación del evangelio hasta que sepamos y vivamos la realidad de que a toda predicación de la verdad se le opone, más pronto o más tarde, una oposición activa de aquellos que la rechazan. Sean judíos celosos de sus tradiciones o religiosos de cualquier tipo, la predicación del evangelio siempre encuentra hostigamiento. La verdad confronta. El evangelio es impopular para los que se pierden y poder de Dios para los que se salvan.
La persecución nunca paralizaba a los discípulos, los espoleaba. Pablo y Bernabé eran un buen ejemplo de esta verdad. Así que los que recibían la palabra lo hacían en medio de gran tribulación con gozo del Espíritu (1 Tes. 1:6). ¡Vaya paradoja! No era un gozo superficial y carnal, entretenimiento y pasatiempo, no, era el gozo unido a la llenura del Espíritu Santo. Ese gozo superaba el conflicto por la oposición. Y la llenura del Espíritu seguía capacitándolos para mantenerse firmes en medio de aquella generación torcida y perversa. Los discípulos estaban continuamente llenos de gozo y del Espíritu. Continuamente. Era un gozo no circunstancial sino consustancial al vino nuevo del evangelio.
La fuerza de la vida de Dios que contiene el evangelio supera cualquier oposición por aceptar la verdad.