Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos… (Romanos 12:6).
Generalmente relacionamos los dones del Espíritu con la primera carta a los Corintios, pero estamos viendo que la carta a los Romanos tiene mucho que decirnos al respecto. En el capítulo 12 encontramos una relación de dones espirituales que rara vez vinculamos a la lista de dones del Espíritu. Me propongo, con la ayuda del Espíritu de verdad, relacionarlos en las próximas meditaciones uno por uno. Ahora quisiera ahondar en algunos aspectos básicos que debemos tener en cuenta.
Hemos visto que el apóstol Pablo tenía el anhelo de viajar a Roma para impartir dones espirituales a los hermanos, él sabía que de esa forma la congregación de la capital del Imperio sería ampliamente edificada si los dones estaban actuando de manera regular entre ellos. De ahí su empeño en visitarlos y confirmarlos mediante la liberación de algunos dones en sus vidas.
Los dones son regalos del Espíritu, pertenecen al Espíritu, no a la persona, aunque ésta sea el mayordomo de los bienes recibidos y debe administrarlos con fidelidad y honestidad. La función de los dones está ligada a la dependencia del Espíritu, a vivir y andar en el Espíritu, aunque también pueden manifestarse viviendo en la carne (caso de algunos corintios), y lejos de la voluntad de Dios (caso del rey Saúl). También puede haber imitaciones y falsificaciones. Los dones o la manifestación del Espíritu son dados para el bien común (1 Co.12:7), no para manipular o dominar a los creyentes.
Pablo nos da en este texto tres premisas básicas que no debemos olvidar para hacer un buen uso de los dones. En primer lugar dice que hay dones diferentes. Sencillo. No todos tenemos el mismo don, de otra forma ¿dónde estaría el cuerpo? Los dones son complementarios unos a otros. En segundo lugar los hemos recibido según la gracia de Dios, no por nuestro esfuerzo o capacidad especial. No debe haber motivo de arrogancia. No hemos hecho nada para merecerlo, lo hemos recibido para el bien del prójimo. ¡Que pronto olvidamos esto! Y en tercer lugar, dice el apóstol, usémoslos. Recuerda la parábola de los talentos y el juicio del Señor sobre aquel que solo recibió un talento y lo guardó sin «negociar» con él. Fue desobediente aunque pensó que era prudente. El apóstol Pedro enseña lo mismo cuando dice: «Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndoos los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1 Pedro 4:10 LBLA).
Usar el don, o los dones, que hemos recibido es parte de nuestra obediencia a Dios y del servicio a los hermanos.