Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad) (Efesios 5:8-9 RV60).
Con la verdad queremos cerrar la relación que hemos hecho sobre el fruto del Espíritu. Hay muchas manifestaciones del fruto del Espíritu que no veremos, pero con estas creo que tenemos una panorámica suficiente para saber discernir a los hombres llenos del Espíritu.
La verdad es un fruto del Espíritu. Pablo nos recuerda que el amor no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. La verdad hay que amarla, porque Jesús es la verdad (Jn.14:6). También el Espíritu es la verdad (1 Jn.5:6). Por tanto, cualquiera que se dice ser hijo de Dios y no ama la verdad, es mentiroso, no vive en luz, y la verdad no está en él. El apóstol Juan se gozaba viendo a sus hijos andar en la verdad. Jesús dijo que la verdad nos hará libres. El Espíritu de Dios nos guía a toda verdad. Produce en nosotros la verdad de Dios cuando nuestros corazones están en yugo con Jesús.
Hay quienes piensan que por saber algunos versículos de la Biblia andan en la verdad, pero sus hechos lo niegan. Porque no se puede tener la verdad como centro de nuestras vidas y mentir por sistema. El carácter de los hombres en los últimos tiempos se caracteriza, entre otras cosas, por ser amadores de los placeres en vez de amadores de Dios, de la verdad (2 Tim.3:4). En un mundo que está bajo el maligno (1 Jn.5:19) no podemos creer que un mensaje populista, aceptado por masas sin discernimiento, pueda contener la verdad de Dios.
La verdad siempre divide, porque resiste la mentira. La verdad fue crucificada en una cruz en el monte Calvario, pero hoy algunos creen poder usarla para enriquecerse evitando la persecución que le acompaña. Vano intento. Falso testimonio. La verdad está al alcance de quienes viven en el Espíritu, andan en luz y como resultado manifiestan una vida verdadera.
Dice Pablo que «los pecados de algunos hombres son ya evidentes, yendo delante de ellos al juicio; mas a otros, sus pecados los siguen. De la misma manera, las buenas obras son evidentes, y las que no lo son no se pueden ocultar» (1Tim. 5:24-25). Por tanto, amados hermanos, «el Señor conoce a los que son suyos, y: que se aparte de la iniquidad todo aquel que menciona el nombre de Señor» (2Tim. 2:19), manifestando el fruto del Espíritu viviendo en la verdad.
Jesús es la verdad, el Espíritu es la verdad y los que son de la verdad aman a Jesús y viven en el Espíritu.