Entonces él dijo: ¿En qué bautismo, pues, fuisteis bautizados? Ellos contestaron: En el bautismo de Juan. Y Pablo dijo: Juan bautizó con el bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyeran en aquel que vendría después de él, es decir, en Jesús. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús (Hechos 19:3-5).
Estamos ante un episodio verdaderamente interesante. El evangelio se estaba extendiendo y en su desarrollo se ponen de manifiesto situaciones que han acompañado a todas las generaciones. Una de ellas es que la predicación está limitada por aquellos que predican. Ningún predicador honesto puede ir más allá de lo que ha oído, sabe y ha experimentado. Su mensaje estará siempre sujeto al desarrollo de su propia revelación. Pablo le dijo a Timoteo: Lo que has oído de mí, ante muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros (2 Tim.2:2). Pablo había recibido el mensaje por revelación del mismo Jesucristo (Gá. 1:11-12). Ese mensaje lo transmitió a Timoteo, para que a su vez éste lo encargara a hombres fieles, y de esa forma pasara de generación en generación.
Ahora bien, si la persona que nos anuncia el evangelio tiene una revelación parcial del mismo, el mensaje que recibiremos será parcial y siempre estará sometido a las limitaciones de quién nos lo transmitió. Ahora tenemos toda la Escritura y podemos acceder a la totalidad del mensaje, todo el consejo de Dios (Hch.20:27), sin embargo, aún hoy estamos limitados por la línea doctrinal de la iglesia a la que pertenecemos, sujetos a aceptar el cuerpo doctrinal que el originador de la denominación dejó establecido. Lo que se sale de ese marco no encontrará apoyo en la comunidad a la que servimos, y en el peor de los casos combatiremos con celo otras posturas doctrinales.
La historia de la iglesia está llena de lo que acabo de decir. Pablo ha llegado a Éfeso, se encuentra a discípulos que solo han oído hablar del bautismo de Juan, es decir, una predicación con el énfasis puesto en el arrepentimiento. Esa es una verdad del evangelio, pero hay más. No han oído del bautismo en el nombre de Jesús, por tanto, nadie se había bautizado tal y como enseñó Jesús. Pablo lo anuncia, va un paso más allá, y al oírlo deciden obedecer. Se bautizan en el nombre de Jesús, creyendo que era el Mesías, a quién Juan el Bautista anunció. Mira lo que dice el texto: Cuando oyeron esto, fueron bautizados… Piensa. La fe actúa sobre lo que oímos, si no hemos oído quedamos «huérfanos» de esa verdad. Continuará…
Una predicación limitada del evangelio produce una fe limitada en su desarrollo y por tanto en las experiencias.