La idolatría nacionalista

Referendum y religiónVivo en Cataluña desde hace más de veinte años. Soy español porque nací en Salamanca, como todos mis antepasados y la familia de mi mujer también, aunque como hijo de Dios soy peregrino y extranjero en la tierra. El Señor permitió que le conociera estando en Cataluña haciendo el servicio militar. En todos los años de mi discipulado cristiano he visto a España como un todo, orando por la nación, para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio y restauración.

         Nunca me ha gustado que se maldiga ni a Cataluña ni a España, aunque soy consciente de que nuestras iniquidades, las de ambas identidades, hacen separación entre Dios y nosotros. Todos hemos pecado. No hay ninguno libre de pecado. Y uno de nuestros peores pecados es la división, el rencor. Quiero recordar ya ahora que en la relación de las obras de la carne que hace el apóstol Pablo en Gálatas están en la misma lista el adulterio, las enemistades, los pleitos, las contiendas y los homicidios. Todas ellas en la misma lista. Si no adulteramos pero vivimos en pleitos cometemos la misma obra carnal que conduce a la muerte y no agrada a Dios. Y dicho esto, quiero denunciar otro de los pecados de la misma lista, me refiero a la idolatría, uno de los peores pecados en la Biblia, por el que vienen los juicios de Dios a la tierra.

         Lo diré así: El nacionalismo es una idolatría, actúa como una secta que substituye a la religión en el alma humana. Se alimenta de muchos de los componentes de todo sistema religioso. Pensemos en las romerías, tan de moda en España, que están saturadas de emoción y fervor, sentimentalismo, esfuerzo, gasto, movimiento de masas en fiesta, empujadas por la corriente de este siglo, y que estarían dispuestas a revolverse con violencia contra quienes impidan su celebración. Pablo sufrió la «romería» de Listra y casi le costó la vida.

         El nacionalismo se embriaga de soberbia por lo suyo, su cultura, su tierra, su lengua, sus tradiciones, sus fechas históricas, su capacidad superior sobre los demás pueblos, altivez, exclusividad, hace un culto de todo ello. Procede de Babilonia. Miente ofreciendo un mundo ideal, maravilloso, mesiánico, como una suplantación del verdadero reino venidero. Divide a los creyentes. Actúa, como en muchas iglesias, con modelo de gobierno piramidal, hay que someterse al líder y la visión única, y si no lo haces comienzas a experimentar el rechazo, el ninguneo, la marginación silenciosa, casi educada, de falsa piedad, hasta que empujado y coaccionado por una atmósfera irrespirable te sometes al pensamiento exclusivo o debes salir aunque nadie te eche oficialmente.

         Estatua de NabucodonosorEste tipo de corriente, con todos los elementos propios de una religión, se ha instalado en Cataluña los últimos años. Dolorosamente vemos a muchos hermanos que habiendo recibido la vida de Dios, han sido atrapados nuevamente en la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne y de los pensamientos. Recuerda, las obras de la carne son adulterio… pero también enemistades, pleitos, contiendas y por supuesto idolatría.

         España ha cometido grandes iniquidades en su larga historia, también en la actualidad, y no escapa al juicio divino. Su ira nos ha alcanzado, y como no hemos aprobado tener en cuenta a Dios, Dios nos ha entregado a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen. Hoy muchos de nuestros gobernantes hacen realmente cosas que no convienen, la lista sería infinita, pero me quiero referir a la que está quebrando la convivencia, porque romper una nación es quebrar la paz y el bienestar que deben garantizar los gobernantes, por los que oramos precisamente para ello, para que podamos vivir quieta y reposadamente, para que en nuestro peregrinaje (porque somos peregrinos en busca de una ciudad celestial) procuremos la paz de la ciudad donde vivimos, porque en su paz tendremos nosotros paz.

        ESCUELA DE ORACIÓN Mi oración, desde que comenzó esta corriente mundana separatista en Cataluña, ha sido y es, la misma que hizo el rey David cuando tuvo que salir exiliado de Jerusalén por el golpe de estado de su hijo Absalón (quién ofrecía mas justicia y libertad al pueblo de Israel mediante altivez y adulación); el oró en voz alta así: «Confunde, Señor, el consejo de Ahitofel». Que Dios confunda este consejo separatista, aunque tenga su base en el juicio por los pecados de la nación española, (como también lo fue en la casa de David), y haga regresar al pueblo a la cordura y a nuestros gobernantes a la equidad.

         Mi oración es también la del profeta Habacuc: «En la ira acuérdate de la misericordia». Porque Dios está airado con nosotros, (no me cabe ninguna duda), pero por la grandeza de sus bondades no hemos sido consumidos, atreviéndome a levantar mi clamor con Nehemías y muchos otros identificados con los pecados del pueblo, para que vengan de su presencia tiempos de refrigerio y restauración, de reconciliación, de justicia, paz y bienestar. «Perdónanos, Señor, y sana la herida de mi pueblo». Amén.

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