Estaba anunciado y profetizado. Era necesario. La encarnación del Hijo de Dios fue un hecho histórico. Hoy lo recordamos. Hubo gran gozo en todo el pueblo. El cielo bajó a la tierra. La culminación de todo un proceso. Era la simiente que había de venir. El hijo de la promesa hecha a Abraham y su descendencia para bendecir a todas las familias de la tierra.
Su nacimiento no pasó desapercibido aunque lo hiciera en un humilde establo judío. El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz. Hubo cánticos celestiales. El poder del Altísimo cubrió el cuerpo de una joven hebrea para ser madre del Mesías. La eternidad penetró en el tiempo, sus días son desde la antigüedad; el espacio acogió al nacido del Espíritu. Y vimos su gloria como la del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Y después de nacer creció. Y fue manifestado a Israel para que de Sion saliera el testimonio de Dios a todas las naciones. Creció en estatura y gracia. Estaba sujeto a sus padres. Y Cuando llegó el cumplimiento del tiempo el Hijo nacido de mujer y bajo la ley fue enviado para redimirnos y adoptarnos; para que todo aquel que en él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Y fuimos hechos hijos de Dios. Liberados del pecado y de la muerte. Para vivir en novedad de vida. Para adorarle y reconocerle, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en el cual podamos encontrar salvación y esperanza duradera.
Y el que nació también murió; y el que murió también resucitó; y el que resucitó está ahora sentado a la diestra del Padre; y vendrá de nuevo para establecer su reino de justicia en Jerusalén sobre todas las naciones. Porque ha nacido. Ha sido engendrado. Ha vencido todos los poderes y dominios, y tiene un nombre que es sobre todo nombre: YESHÚA.
En esta síntesis encuentro mensaje suficiente para celebrar su nacimiento y desear a todos mis amigos y familiares los resultados de su encarnación: vida eterna e inmortalidad por el evangelio. FELIZ NACIMIENTO.
Sólo en Jesús se revela plenamente el proyecto de Dios sobre el ser humano.
Por eso el Espíritu de la Navidad debe
llenar nuestros corazones de Alegría.
Amén, Que el momento que cambio al mundo continúe cambiando los corazones de la humanidad dejándolo nacer y crecer en nuestros corazones selebrando la verdad de nuestro Salvador y Señor una navidad sin fin. El nacimiento de Jesus en aquellos que le aceptan y le siguen.