Dios escogió un pequeño monte, llamado Moriah, para que Abraham sacrificara a su propio hijo Isaac, (sacrificio no consumado sino tipificando el futuro sacrificio de Jesús en el mismo lugar); ese monte es Sión, situado en Jerusalén y donde el Unigénito Hijo de Dios sería levantado en una cruz para redimir y rescatar de la vana manera de vivir heredada de nuestros padres, (bajo la influencia del sistema babilónico), y trasladarnos al reino de su Amado Hijo.
En Babilonia, el ser humano fue confundido y separado. En Jerusalén somos redimidos y unidos al pueblo de Dios para andar en novedad de vida. En un sentido tipológico, la vida del creyente es la salida de Babilonia para entrar en Jerusalén, viviendo como peregrinos y extranjeros en la tierra, hasta alcanzar la ciudad celestial, la Jerusalén de arriba. Esa es la historia sintetizada del mensaje que encontramos en la Biblia.
Una y otra vez vemos el contraste entre las formas de vida de Babilonia y Jerusalén; la vieja y vana manera de vivir y la nueva vida en Cristo; las tinieblas y la luz; la mentira y la verdad; los hijos de Satanás y los hijos de Dios; los impíos y los justos; los perdidos y los salvados; los incrédulos y los creyentes; el infierno y el cielo; Belial y Cristo; la ramera y la esposa del Cordero; el camino ancho y el camino angosto; el mundo entero que está bajo el maligno y la manada pequeña a quién Dios le ha placido darles el Reino. La multitud de naciones contra el pequeño Estado de Israel. Goliat contra David. La corriente de este mundo, (el sistema del presente siglo malo), opuesta a la voluntad de Dios, a la revelación de sus propósitos y a la verdad de sus principios eternos.
El mensaje sigue siendo: Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso [1]. ¿Salir de donde? De Babilonia y su modelo de vida, su sistema; no conformarnos al esquema de este mundo, sino transformarnos mediante la renovación de nuestro entendimiento, para llegar a comprender la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
El mensaje es claro, sin embargo, en muchos casos hemos caído en el mismo pecado que los antiguos israelitas dejándonos influir por los egipcios, los cananeos, los asirios y babilonios. En definitiva, las formas de vida alejada de la fuente de revelación de Dios en su palabra, por lo que hemos sido contaminados. Esclavizados en unos casos, y llevados al cautiverio en otros. Las cosas que les sucedieron a ellos están escritas para amonestarnos a nosotros, para que no codiciemos cosas malas, ni seamos idólatras, o fornicarios, murmuradores, o tentemos al Señor como hicieron los antiguos; así que el que piensa estar firme, mire que no caiga [2]. Las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza [3].
Notas:
[1] – 2 Corintios 6:17-18
[2] – 1 Corintios 10:1-12
[3] – Romanos 15:4
CONTINUARÁ…