Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… desobedientes a los padres… (2 Timoteo 3:1,2).
El apóstol Pablo, que vivió en una sociedad judía y romana, donde la figura del padre era prácticamente reverenciada, una sociedad patriarcal, pudo percibir por el Espíritu que vendría un tiempo cuando los hijos se volverían contra la autoridad de los padres.
Esta es una de las señales más estremecedoras de nuestra generación. Para mí mismo resulta difícil comprender el cambio que ha dado nuestro propio país en este asunto.
Hoy los hijos se enseñorean de los padres. No solo no obedecen, sino que imponen sus criterios de una forma vergonzosa en muchos casos.
Hemos permitido, mediante leyes impías, que la autoridad en la familia y los colegios sea menoscabada.
Los hijos golpean a sus padres, los menosprecian incluso siendo niños, no aceptan la disciplina más elemental y tienen atemorizados a muchos progenitores que aceptan con impotencia la nueva situación.
Lo que vivimos hoy en esta materia parece ciencia ficción en algunos casos. Niños y jovencitos, sin respeto por las personas mayores, se encaran a cualquiera que pretenda ponerles un poco de orden en sus ofensas.
Esta quiebra −básica en una sociedad normal− del orden familiar, hace que la generación anterior a la venida de Jesús sea tan peligrosa. Está escrito que: El hijo consentido (suelto) avergüenza a la madre (Proverbios 29:15), y desordena una nación.
La obediencia a los padres es el primer mandamiento con promesa para que la vida sea larga y cumpla su propósito. Sin embargo, hoy vemos, con dolor, que muchos jóvenes mueren antes de tiempo en accidentes de tráfico, por el efecto de las drogas, la delincuencia, o entregarse a los placeres sexuales antes de tiempo contrayendo enfermedades venéreas, embarazos no deseados, que conllevan el desprecio de la vida de los infantes.
La desobediencia trae maldición y muerte a una nación (Deuteronomio 30:14-19).
El evangelio enseña: Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque esto es justo: Honra a tu padre y a tu madre (que es el primer mandamiento con promesa), para que te vaya bien, y para que tengas larga vida sobre la tierra (Efesios 6:1-3) (Colosenses 3:20) (Éxodo 20:12) (Deuteronomio 5:16).
Está escrito: Corona de los ancianos son los hijos de los hijos, y la gloria de los hijos son sus padres (Proverbios 17:6). Pagad a todos lo que debáis… al que honra, honra (Romanos 13:7).
La respuesta a una sociedad en decadencia es el mensaje de la verdad del evangelio. Hay esperanza mediante el arrepentimiento y la obediencia.