Está escrito: … Habrá… en diferentes lugares… pestilencias [pestes, o plagas] (Lucas 21:11). En el libro del profeta Isaías encontramos esta cita: Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes (Isaías 13:11). Y un poco más adelante en el mismo libro dice: Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia (Isaías 26:9).
Nuestra generación y su tiempo se caracteriza por un gran avance tecnológico, así como unos logros a nivel económico y de bienestar general que no tiene paralelo en la historia de la humanidad. El desarrollo de la ciencia, que es de gran ayuda en muchos aspectos, a la misma vez ha producido un levantamiento de la altivez y la soberbia del hombre que acaba siendo nuestro peor enemigo. Los gobernantes que lideran las naciones; las oligarquías económicas mundialistas que dirigen detrás de la escena política, y los medios de comunicación que anuncian día y noche la agenda ideológica predominante están guiando a la mayoría de las naciones por la senda del materialismo exacerbado que ha convertido el mundo en un gran mercado. Todo se compra y se vende. También aquí encontramos su paralelo en la Escritura cuando nos habla de que en los tiempos finales las multitudes se entregarán a un desenfreno de consumismo (compraban, vendían) que hará de los hombres un consumidor y productor sin ninguna dimensión trascendente de la vida.
Pues bien, ese hombre avanzado en logros materialistas y tecnológicos se ha ensoberbecido. La soberbia le ciega impidiéndole ver la catástrofe espiritual en la que vive. El hombre postmoderno ha elevado su torre al cielo para oponerse al Hacedor de todas las cosas, y esa arrogancia ha desatado el juicio de Dios. Hemos desechado a Dios de nuestra sociedad; hemos legislado contra la ley moral y natural. Hemos establecido leyes injustas que desprecian la vida humana (léase aborto, eutanasia); leyes dirigidas a la implantación de nuevos modelos de familia inventadas contra la ley natural (recordemos el matrimonio homosexual y toda una gama múltiple de modalidades de familia incluyendo a una persona y su animal de compañía) que ha atraído el juicio de Dios sobre la tierra.
¡Porque hay juicios de Dios en la tierra! La arrogancia humana niega la realidad espiritual del hombre, así como la soberanía del Hacedor de todas las cosas. La altivez de muchos gobernantes los anula para comprender la realidad de lo que pasa más allá de sus narices. Sin embargo, esa ceguera no anula el hecho de que hay un Sustentador y Hacedor de la creación que interviene en ella y emite sus juicios sobre la inmoralidad y el pecado del hombre.
NO es nada nuevo. Hace mucho tiempo que se probó el primer intento de gobierno mundial en la llanura de Sinar. En aquel lugar un gran liderazgo mundial pretendió unificar la tierra bajo el dominio de un líder llamado Nimrod que se opuso a Dios para ocupar su lugar y llevar su gobierno mundialista a la emancipación del Creador. Ese primer intento de autodeterminación del hombre acabó en confusión. Así surgió un modelo de gobierno babilónico que se extendió a todo el orbe, y del que hoy son herederos aquellos que anuncian un Nuevo Orden Mundial y su agenda mundialista y multicultural.
Y llegados a este momento, se desata una epidemia denominada coronavirus y mira por donde todo se trastoca. El mundo entero sumido en el caos, la incertidumbre y la sicosis. La soberbia del globalismo puesta a prueba. La capacidad humana para solventar sus problemas queda en evidencia, y su insignificancia reducida a la impotencia. La actividad comercial mundial depende ahora de una sombra, un virus oculto al ojo humano, un contagio misterioso que salta de nación en nación sin mucha relación lógica. En definitiva, la levedad del ser, la fragilidad humana puesta de manifiesto ante un enemigo invisible que le recuerda que es mortal y transitorio.
Porque habrá pestilencias en diferentes lugares, anunció el Maestro de Galilea… Porque el Señor castiga la maldad del hombre y quebranta la soberbia humana. Porque hay juicios de Dios en la tierra. Sí, hay juicios… hay Dios… hay consecuencias de la inmoralidad y el pecado de las sociedades entregadas a la codicia y el egoísmo. Y también hay una salida para poder soportar. El que se ensalza, será humillado; pero el que se humilla bajo la poderosa mano de Dios, será exaltado. Porque Dios habita la altura y la eternidad, y lo hace también con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados (Is.57:15).
Para concluir. Ante un panorama como el que tenemos delante de nuestros ojos ¿qué podemos hacer? Además de todas las medidas necesarias para combatir esta epidemia, deberíamos seguir también el mensaje del profeta que citamos al inicio: Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia. Amén.