Reflexiones desde el confinamiento (3)

ConfinamientoReflexiones desde el confinamiento

(Tercera parte)

Por otro lado, me resultan repelentes las proclamas simplistas de muchos propagadores de respuestas rápidas ante la pandemia. Aquellos que sueltan sin tino mensajes y anuncios cliché que se apartan del carácter de Dios y pretenden tener la última revelación del por qué ha sucedido todo esto. Yo no tengo las respuestas definitivas, lo que hago es exponer principios ampliamente revelados en la Escritura. Uno de ellos es tan evidente como este: no os engañéis, Dios no puede ser burlado, porque todo lo que el hombre siembra eso siega.

El Señor está en su trono y domina sobre las naciones. Es imposible que lo que está sucediendo en el mundo de hoy le sea ajeno. Ha venido una prueba sobre el mundo entero. Que sea la antesala del fin, no lo creo, que sea una prueba, enviada-permitida por el mismo Señor o un ataque diabólico para destruir, no tengo datos certeros para afirmar una cosa u otra; por ello me ciño a principios generales y sus consecuencias.

NimrodLo que es innegable es que hay consecuencias del comportamiento humano en la tierra. Que oponerse a Dios de forma tan arrogante, al estilo de Nimrod y su gobierno mundial en contra de la voluntad del Eterno, confrontando sus designios y legislando para establecer comportamientos contra sus leyes más elementales conducen a la confusión. Hoy tenemos a las naciones recordando que el hombre es un soplo, que la incertidumbre de la vida es lo común, que no somos suficientes ni tenemos soluciones, que la impotencia nos domina, que la economía depende de principios éticos que se han transgredido, que la idolatría de la realización personal centrada en el egoísmo viral es pura vanidad, etc.etc.

Mientras tanto, y salvo excepciones, seguimos teniendo a día de hoy una falta de arrepentimiento evidente, justificaciones hasta la náusea, pero contrición poca. Y aquí es donde la iglesia del Señor tiene que ocupar su lugar de mediación. Ponernos entre Dios y la tierra para interceder, como hizo tantas veces Moisés ante juicios evidentes. Es hora de interceder por nuestra nación, humillarnos ante Dios, para que nuestra tierra sea sanada. Veo en las Escrituras la posibilidad de apartar el juicio, aplazarlo de su generación, incluso el deseo de Dios mismo de enviar su mensaje mediante los profetas para impedirlo, y no fue posible consumándose el castigo. Aquí pienso en la generación de Jeremías en cuyo libro hay una expresión estremecedora: porque YHVH ha aborrecido y dejado la generación objeto de su ira (Jeremías 7:29).

Creo que estamos en el momento de clamar para desviar, evitar y restaurar el daño. Orar por cada uno de los grupos humanos que más están sufriendo esta pandemia y sus consecuencias. Creo que lo resume muy bien Habacuc: En la ira, acuérdate de tener compasión (Habacuc 3:2 LBLA).

(Continuará)…

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