Ante la conferencia de paz en París…
Como sabéis por otro artículo publicado en esta misma página web, el próximo domingo día 15 de enero se celebrará una «conferencia de paz» en París, para tratar el conflicto árabe-israelí.
He sido movido a proponer un día de ayuno y oración para humillarnos delante del Señor con el fin de que nuestros gobernantes no adopten una postura contraria a su voluntad. Varios hermanos ya me han comunicado que ayunarán estos días. El tema que abordarán es altamente sensible por múltiples motivos, yo me centraré en los puramente espirituales que emanan de la revelación en las Escrituras.
Hay demasiados «comunicadores», políticos, y gobernantes que abordan este espinoso tema sin la luz que brota de los pensamientos de Dios, por ello, la iglesia del Señor debe alzar su voz para echar luz en la medida que hayamos recibido luz en este caso. La lámpara que nos alumbra en medio de los lugares oscuros en los que estamos viviendo en la actualidad es siempre su Palabra, aquella que es lámpara a nuestros pies y lumbrera en nuestro camino.
Los que creemos en la Biblia como la palabra de Dios, entendemos que hay suficiente base bíblica para saber que la tierra que llamamos «prometida», lo fue, sí, fue prometida mediante un pacto a Abraham y su descendencia para siempre; y sabemos que Dios no cambia, ni hay sombra de variación en Él. Por tanto, a pesar de la complejidad de este conflicto que dura décadas (o si queremos siglos), la Palabra de Dios sigue siendo la misma y no ha cambiado.
La conferencia de París está diseñada por naciones europeas, especialmente Francia, que pretenden forzar a Israel y los palestinos a aceptar las medidas que se adopten en ella. Como quiera que las naciones del viejo continente se han arrogado un papel que no les corresponde, creemos que han entrado en un terreno que puede tener consecuencias dramáticas para la historia posterior de estas naciones. Por ello, estamos en nuestra obligación de ponernos en la brecha en favor de la tierra, para apartar el juicio que conlleva la soberbia de los pueblos contra el Dios de Israel, y por el contrario, vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. Esta es nuestra motivación.
No estamos diciendo que el gobierno de Israel viva en la perfecta voluntad de Dios, hay muchos judíos que son mas antisemitas que los propios musulmanes, pero sí sabemos que «el que os toca, toca la niña de su ojo» (Zac.2:8). Y porque amamos a nuestras respectivas naciones no queremos que nuestros gobiernos tomen medidas que aceleren la ira de Dios sobre nuestra nación. Nuestros pecados son muchos, no añadamos más; humillemos nuestros rostros ante el Santo de Israel y seamos portadores de vida y no de muerte a nuestra generación.
Para los que os unáis en esta batalla espiritual por el bienestar de la nación hebrea, deciros que podéis usar los Salmos de la Biblia para orar durante el tiempo que dediquéis a la intercesión. Algunos de ellos pueden ser el salmo 80, el 83, el 105 y muchos más. En realidad todo el libro de Salmos es muy útil para orar en voz alta, adaptando lo necesario a la situación actual.
Esta propuesta no es institucional, ni depende de ningún organismo oficial, nace del corazón, en la soledad, y para honra y gloria de nuestro Dios. Tengo muy presente la oración del profeta Habacuc, que en tiempos convulsos como los nuestros levantó su voz al trono de la gracia, diciendo en tono vehemente: «Oh Señor, he oído lo que se dice de ti y temí. Aviva, oh Señor, tu obra en medio de los años, en medio de los años dala a conocer; en la ira, acuérdate de tener compasión» (Hab. 3:2 LBLA). Y yo digo, AMÉN.