Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… soberbios… (2 Timoteo 3:1,2).
La soberbia es el estado siguiente a la jactancia. Es un proceso degenerativo del alma humana hacia la rebelión. Comienza amándose a sí mismo más que a cualquier otro; continúa con la idolatría de la avaricia por acumular, luego se levanta la jactancia del súper hombre que ha obtenido bienes materiales, poder o dominio sobre los demás, se eleva con soberbia y acaba en rebelión contra Dios.
Fue el proceso que vivió Lucifer después de ser creado y puesto para dirigir la alabanza en los cielos. Quiso ser semejante a Dios, elevarse hasta el trono y ocupar su lugar.
Es el proceso que ha seguido el movimiento humanista, tan de moda en nuestros días. Su doctrina es la siguiente: «ni estado, ni religión, ni Dios por encima del hombre, firmado: el partido humanista».
La soberbia no acepta el lugar asignado, quiere ocupar el de otros.
Muchos predicadores de hoy están tan deseosos por triunfar que han cambiado el temor de Dios por la presunción y la soberbia.
Dios resiste a una generación de hombres que está llena de soberbia, y da gracia a los humildes.
La soberbia no le da gracias al Creador por los bienes recibidos, se hace vana en sus razonamientos y su necio corazón es entenebrecido. Por tanto, el Señor los entrega a la impureza, a pasiones degradantes y a una mente depravada para que hagan cosas que no convienen (Romanos 1:26-28).
La soberbia pone a Dios en nuestra contra. ¿Quién podrá resistirle? ¿Somos más fuertes que Él? Sin embargo, da gracia a los humildes, es atraído por los que le aman y conoce a los que son suyos.
El mandamiento de Dios es amar al prójimo como a sí mismo.
El evangelio muestra que los que son de Dios son atraídos por Él a Jesús. La mayor atracción que ha conocido la Humanidad es la cruz de Cristo levantada en el monte de la Calavera.
El orgullo humano ha sido vencido por la humillación del Hijo de Dios. Se hizo hombre, se humilló como hombre, se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Por tanto, Dios le ha dado el nombre que es sobre todo nombre, para que en su nombre se doble toda rodilla y podamos confesar para salvación que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre (Filipenses 2:5-11) (Santiago 4:6,10) (Isaías 57:15) (1 Pedro 5:6,10).
Lo que pasa en el pueblo cristiano hoy en dia es muy preocupante, por lo tanto pongamos atención lo que registra la sagrada escritura:
Pues Dios ha mostrado su bondad, al ofrecer la salvación a toda la humanidad. Esa bondad de Dios nos enseña a renunciar a la maldad y a los deseos mundanos, y a llevar en el tiempo presente una vida de buen juicio, rectitud y piedad, mientras llega el feliz cumplimiento de nuestra esperanza: el regreso glorioso de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. . . .Tito 2:11-13 DHH.
Gracias Virgilio por compartir estos temas de actualidad.
Completamente de acuerdo Holger. El mensaje del evangelio es claro, que se aparte de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Señor. Dios conoce a los que son suyos.
Gracias por tu aportación. Un abrazo.