16 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLa esperanza del reino venidero (I) – El siervo (1)

Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, más sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos… (Isaías 53:2,3)

         Está escrito que debemos despojarnos de todo peso que nos asedia. También dice la Escritura que hemos heredado una manera de vivir de nuestros padres, es decir, tenemos una herencia múltiple, no solo cultural y social, sino también religiosa.

Como iglesia del Señor hemos heredado una forma de pensar gentil, separada de la herencia de Israel. Aunque fuimos injertados en el buen olivo, mediante el Mesías, para poder participar de su rica savia, también fuimos desmembrados de ella en un proceso que comenzó a inicios del segundo siglo II y se agrandó en el siglo IV, mediante las medidas tomadas cuando el Imperio Romano declaró el cristianismo religión oficial del Estado.

El emperador Constantino decretó una serie de medidas destinadas a pronunciar el vallado de separación con la forma de pensar hebrea, adoptando una mentalidad griega y romana que se afianzó durante toda la Edad Media.

La iglesia institucional abrió una brecha con el pueblo judío extirpando gran parte de la herencia recibida de los profetas y apóstoles, y lo hizo espiritualizando algunas de sus enseñanzas. La escuela de interpretación literal de las Escrituras de Antioquia, dio lugar a la escuela de interpretación simbólica de la escuela de Alejandría, que acabaría imponiéndose en la iglesia romana.

De esta forma llegamos a la teología del reemplazo, que enseña que Dios ha desechado a Israel como pueblo, y su lugar lo ocupa ahora la iglesia. Y con ese desplazamiento entramos en una forma de pensar griega y romana, helenística y pagana que anuló o reinterpretó algunas verdades esenciales de la esperanza de Israel contenida en los profetas. Me refiero aquí al abandono de un reino mesiánico literal en la ciudad de Jerusalén, cambiándolo por un reino espiritual en el cielo.

Gran parte de la Escritura se espiritualizó, llevando muchos aspectos teológicos a desembocar en una forma de pensar ajena a la Escritura revelada. Por otro lado, Israel, acostumbrado a una interpretación literal de las profecías, no entendió la doble venida del Mesías, la primera como siervo y la segunda como rey. Primero como hijo de José, y después como hijo de David y heredero del trono prometido.

         La herencia religiosa que todos acumulamos nos lleva a pensar de una  determinada forma que no siempre se corresponde con la verdad revelada.

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