Bajo las leyes de «blasfemia» el islam castiga con dureza toda disidencia. La crítica al Corán o su mensajero están penadas con verdadera furia. Hay diferencia de unos países musulmanes a otros, pero predomina la intolerancia radical hacia quienes están en desacuerdo con la doctrina islamista y lo manifiestan abiertamente. Los casos son interminables.
Tenemos en Paquistán a Asia Bibi condenada a muerte por beber agua del mismo vaso que una musulmana. Fue denunciada por infiel (es cristiana) y condenada por la ley de blasfemia. Su caso aún está pendiente de resolución.
En Argelia un hombre cristiano ha sido condenado a cinco años de prisión por «blasfemar» contra el islam y el profeta Mahoma, en una publicación hecha por él en las redes sociales. Bouhafs Slimani, de 49 años, se convirtió al cristianismo en 1997. Fue detenido en julio en el país africano por decir en Facebook que «la luz de Jesús vence a la mentira del islam y su profeta». Junto con el mensaje, publicó la foto de un ser civil muerto por un terrorista islámico. Puedes ver la noticia completa en el siguiente enlace.
Muchos cristianos de Oriente Medio, en África y Asia, están siendo asesinados impunemente por no querer negar su fe en Jesús. El islam entiende y condena como blasfemia la confesión de que Jesús es el Hijo de Dios.
Demasiadas de nuestras autoridades europeas están cayendo en la cobardía más miserable haciendo oídos sordos ante esta maldad con la que convivimos a diario. No se atreven a llamar a las cosas por su nombre, insistiendo que el islam es una religión de paz, negando que los crímenes contra los cristianos que están siendo cometidos ante una indiferencia cómplice nada tienen que ver con la fe que emana del Corán.
El islam no acepta la crítica ―sin duda, un signo de su propia debilidad para proteger la fe que pretenden defender― y manifiesta la realidad de su propia naturaleza amenazando, encarcelando, torturando y asesinando a quienes se atreven a poner en duda la ideología totalitaria que anida. Porque esta persecución hacia los opositores y disidentes no es más que totalitarismo al estilo estalinista y hitleriano. No en vano, ambos totalitarismos han sido vasos comunicantes en diversos periodos de la historia reciente con el islam.
El evangelio es perseguido por anunciar la verdad
El evangelio enseña que todo aquel que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios, y la victoria que vence al mundo es la fe de aquellos que creen que Jesús es el Hijo de Dios [1].
En el Tanaj hebreo (las Escrituras que llamamos en la Biblia Antiguo Testamento) encontramos un episodio en el libro de Jueces en el que el padre de Gedeón le dice a quienes querían matar a su hijo por haber derribado el altar de Baal (o lo que es lo mismo, había blasfemado a los ídolos) lo siguiente:
Saca a tu hijo para que muera, porque ha derribado el altar de Baal y ha cortado la imagen de Asera que estaba junto a él. Y Joás [padre de Gedeón] respondió a todos los que estaban junto a él: ¿Contenderéis vosotros por Baal? ¿Defenderéis su causa? Cualquiera que contienda por él, que muera esta mañana. Si es un dios, contienda por sí mismo con el que derribó su altar [2]
Si el islam es una doctrina verdadera no necesita un ejército de fanáticos defensores de su fe asesinando a todo aquel que crea lo contrario. Más aún, ese tipo de defensa no es más que un síntoma de debilidad que pretende impedir la disidencia o contradicciones por miedo a ser expuesto. La verdad se defiende a sí misma.
A la muerte de Mahoma muchos apostataron de la fe islámica y el califa sucesor tuvo que reprimir con verdadera violencia a todo aquel que abandonó el islam. Esa fue la base de su expansión. La historia no deja lugar a dudas.
El apóstol Pedro nos enseñó a los cristianos a presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que nos demande razón de la esperanza que hay en nosotros [3]. Se puede defender la fe con pasión, pero cuando lo hacemos para exterminar al contrario se pone de manifiesto la debilidad de la tesis que pretendemos defender. Por sus frutos siempre se conoce la naturaleza del árbol.
Notas:
[1] – 1 Juan 4:1-6 y 1 Juan 5:1-5
[2] – Jueces 6:30-31
[3] – 1 Pedro 3:15