Ante la barbarie a la que estamos asistiendo del terrorismo islámico en todo el mundo, así como las atrocidades que está cometiendo el denominado Estado Islámico y otros grupos islamistas, cabe preguntarse ¿cómo es posible cometer semejantes asesinatos y mantener una conciencia sin culpabilidad?
La respuesta la encontramos en el Corán. Todas las obras de la carne en sus múltiples manifestaciones encuentran acomodo en pensamientos cautivos que permiten a la conciencia aprobar lo que es una perversión de la naturaleza humana. Oímos de personas que matan a sus cónyuges y después de un sentimiento de culpabilidad insoportable por el acto cometido se suicidan para acallar la voz de su conciencia que ahora los atormenta.
Sin embargo, en los actos terroristas no vemos esa culpabilidad que pueda conducir a despreciarse a sí mismo, incluso al arrepentimiento ¿por qué? La respuesta la tenemos que encontrar en la fuerza de los argumentos necesarios que calman la conciencia y justifican los hechos cometidos.
En el caso del terrorismo islámico, y el estado totalitario que emana de la cosmovisión musulmana, la respuesta la encontramos en el mismo Corán. Para justificar los actos de terror sobre los infieles el libro sagrado del islam dice:
No erais vosotros quienes los mataban, era Alá Quien les mataba. Cuando tirabas, no eras tú quien tiraba, era Alá Quien tiraba, para hacer experimentar a los creyentes un favor venido de Él. Alá todo lo oye, todo lo sabe (Sura 8:17).
De esta forma la conciencia se cauteriza y cualquier acto, por sanguinario que pueda ser, obtiene la certeza de que no ha sido él quién lo realizó, sino Alá quién los mataba. Toda responsabilidad humana queda excluida para seguir realizando más actos violentos que permitan avanzar el islam en la tierra. Esa es la cosmovisión del fundamentalismo islámico que ha rebrotado y se está extendiendo por todas las naciones.
En el evangelio el Espíritu Santo convence de pecado, de justicia y de juicio
El evangelio de Jesús pone de manifiesto la culpabilidad del hombre ante Dios por causa de su pecado. El hombre es responsable de sus actos. Y como tal tiene que dar cuenta ante el trono de justicia. La obra de Jesús es la que justifica, mediante su sangre expiatoria (que el islam no reconoce), a quienes se arrepienten de sus pecados después de haber sido convencidos por el Espíritu Santo de pecado, justicia y juicio [1].
También dice el Espíritu claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, y lo harán escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo la conciencia cauterizada prohibirán y mandarán diversas cosas [2]. Ahora, ¿qué significa cauterizar la conciencia? Es encallecerla, curar una herida mediante cauterio. También es restañar la sangre, castrar las heridas y curar enfermedades mediante cauterio. El cauterio es lo que corrige o ataja eficazmente algún mal.
En otras palabras, cauterizar la conciencia es hacerla insensible, paralizarla para que el ser humano, sin conciencia, pueda realizar actos que de otra forma no podría. Cauterizar es tratar de curar una herida en la conciencia causada por actos pecaminosos. Las doctrinas de demonios y los espíritus engañadores, dice el Espíritu Santo, hacen de cauterio, justificando el mal y evitando la acción de la conciencia humana que evitaría el daño.
Debemos preguntarnos con sinceridad que clase de dios es aquel que cauteriza la conciencia, permitiendo el asesinato y toda clase de maldades provocando dolor y muerte en aquellos que no se someten a sus enseñanzas.
El evangelio enseña que las personas que vienen a Cristo son transformadas en nuevas criaturas, para que ya no anden como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos a la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza [3].
El evangelio no cauteriza la conciencia, haciéndola insensible, sino que la renueva y transforma a la semejanza de Dios: su justicia y santidad. Está escrito que los cristianos han sido creados según Dios en la justicia y santidad de la verdad [4].
Notas:
[1] – Juan 16:7-11
[2] – 1 Timoteo 4:1,2
[3] – Efesios 4:17-19
[4] – Efesios 4:24