Ain al-Hilweh es un campo de refugiados palestinos, donde más de 120.000 personas viven apiñadas en condiciones miserables.
Las autoridades, «por motivos de seguridad» están construyendo un muro que rodeará completamente el campo e impedirá la libre entrada o salida de la población.
¿Por qué la Asamblea General no condena la construcción del muro? ¿Por qué no hay discursos protestando contra ese muro? ¿Por qué no hay manifestaciones de multitudes en las calles de las ciudades europeas y árabes condenando a Israel por este muro?
La respuesta es muy simple: Ain al-Hilweh no está en la Cisjordania. Está en el Líbano, en las afueras de la ciudad de Sidón. Quienes construyen el muro no son las fuerzas israelíes. Son los libaneses.
Hay una ley general en el conflicto árabe-palestino: un acto es condenable sólo cuando se le puede atribuir a Israel.
Si Kuwait expulsa a 400.000 palestinos nadie protesta. Si en Siria matan a miles de palestinos, nadie, incluyendo a la Autoridad Palestina, alza su voz en protesta. Si el Líbano está rodeando con un muro de hormigón a 120.000 palestinos, la comunidad internacional no lo considera digno de mención. Las flotillas de «idealistas» que manifiestan su apoyo a Hamás no tienen ningún interés por los palestinos que son víctimas de injusticias a manos de árabes.
Los refugiados palestinos que residen en el Líbano en su gran mayoría han nacido en el Líbano. Son bisnietos, nietos e hijos de los refugiados que llegaron al Líbano hace siete décadas. Se les niega la ciudadanía libanesa, se les impone restricciones en los trabajos que pueden ejercer, y se les limita su libertad y sus derechos básicos.
Ningún país democrático trata así a los refugiados y a sus descendientes. No hay motivo, excepto la hipocresía, para que la comunidad internacional no exija a los árabes que traten a los descendientes de palestinos que residen en sus países con la justicia que estos merecen. Ha llegado el momento de que las Naciones Unidas exijan del Líbano que cese esa política de apartheid y deje de tratar a los nacidos en el Líbano, descendientes de palestinos, como ciudadanos de ínfima categoría.
Artículo publicado por David Mandel en Mi Enfoque #617, Diciembre 9, 2016