El islam es un credo con un solo núcleo, basado en el Corán y los hadices (las obras que detallan la vida y palabras de Mahoma). Este credo une a todos los musulmanes y dice exactamente así: Soy testigo de que no hay más Dios que Alá; y Mahoma es su mensajero. Esta es la shahada, la profesión de fe musulmana.
Ningún símbolo representa el alma del islam como la shahada, y cuando un musulmán fundamentalista la pronuncia, en realidad lo que quiere decir es lo siguiente: Nuestra vida debe ceñirse estrictamente a lo que dice nuestro credo. Además, consideran un requisito de fe imponerlo a todos los demás.
Según las fuentes musulmanas consultadas la shahada es atestiguar con la lengua, mediante la repetición de una fórmula que se ha de creer con el corazón, que no hay más dios que Alá y que Muhammad es su siervo y mensajero. La transliteración del árabe de esta fórmula es: Atestiguo que no hay más Dios que Alá y atestiguo que Muhmmad es su mensajero.
La shahada es el primer pilar de islam, también es la forma de hacerse musulmán. Para ello se debe repetir tres veces de la mano de una persona y delante de testigos que ya sean musulmanes. Una vez hecha la confesión con intención la persona en cuestión será considerada musulmana.
La shahada está compuesta de dos partes, la primera es atestiguar que no hay más dios que Alá, y la segunda, que Muhammad es su mensajero. Ambas partes tiene diez puntos que han de creerse en el corazón y que son las que se expresan cuando se verbaliza la shahada.
De la primera parte estos diez puntos son:
- Creer que Alá es Uno, sin división es su esencia.
- Que no hay segundo con él en su divinidad.
- Que es viviente, sustentador (que se mantiene por sí mismo y mantiene a todo los demás).
- Que ni el sueño ni la somnolencia le alcanzan.
- Que es el Dios de todas las cosas (de quien necesitan y dependen en todo y para todo) y su creador.
- Que es poderoso sobre todas las cosas.
- Que es conocedor de lo que está manifiesto y lo que está oculto: “No se le escapa el peso de la partícula más pequeña ni en los cielos ni en la tierra”.
- Que lo que Alá quiere es y lo que no quiere no es.
- Que oye, ve y habla sin miembro alguno ni instrumento, sino que su oír, ver y hablar son atributos suyos.
- Y que sus atributos no se parecen a ningún atributo, al igual que su esencia no se parece a ninguna esencia: “No hay nada como él, él oye y ve”.
La segunda parte: Muhammad es su mensajero, y también se resumen en diez puntos.
- Creer que Alá ha enviado sus mensajeros y sus profetas a sus siervos.
- Que le ha hecho descender sus signos y sus libros.
- Que ha sellado el mensaje con Muhammad, nuestro profeta.
- Que le hizo descender el Corán, guía para la gente y evidencia de la guía y el discernimiento.
- Que es la palabra de nuestro señor que no es creada ni creadora.
- Que él (Muhammad), es veraz en lo que transmitió.
- Que su sharia (el camino o la ley revelada que trajo procedente de Alá) abroga todas las demás.
- Que el Jardín y el fuego son verdad.
- Que ambos existen, preparados para la gente de la felicidad y de la desgracia (la felicidad y la desgracia en la otra vida).
- Que los ángeles son verdad; unos escriben las acciones de los siervos y otros son mensajeros de Alá a sus profetas; y otros son “ángeles, rudos, severos que no desobedecen a Alá en lo que les ordena y hacen lo que se les ordena”.
La creencia en estos veinte puntos es obligatoria para todo musulmán y está resumida en la fórmula llamada la shahada:
Soy testigo de que no hay más Dios que Alá; y Mahoma es su mensajero.
El evangelio contradice claramente la shahada o confesión de fe islámica.
Si has leído con cuidado lo que significa la shahada, según las fuentes musulmanas, te habrás dado cuenta que es una verdadera suplantación del evangelio de Jesús. A la misma vez podemos notar con toda claridad como está diseñada escrupulosamente para ocupar el lugar de la confesión de fe para salvación que encontramos en las Escrituras de la Biblia.
En primer lugar contradice la Shemá judía que dice: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas [1].
El mensaje del evangelio que predicaron los apóstoles, y que recibieron de los profetas de Israel, siendo Jesús la principal piedra del ángulo, dice así: Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que JESÚS ES EL SEÑOR, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación [2].
Está escrito: Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos [3]. Y en otro lugar: Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre [4]. El mismo Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí [5]. Y podemos ver las palabras del autor a los Hebreos cuando dice: Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quién asimismo hizo el universo [6].
Cuando le preguntaron al apóstol Pablo como se podía ser salvo, la respuesta fue inequívoca: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa [7]. Pero no como un profeta más, sino como el Salvador del mundo [8].
El apóstol Pablo escribió unos seiscientos años antes de que apareciera la figura de Mahoma, lo siguiente: Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema [9]. El mismo apóstol tenía el temor de que de la misma manera que la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno predicando otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado [10], sea anatema. Son falsos apóstoles y profetas, obreros fraudulentos disfrazados; de la misma manera que Satanás se disfraza como ángel de luz [11].
El autor de la carta a los Hebreos nos dice: Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión [12], o confesión.
La fe islámica vino seiscientos años después de la predicación del evangelio, se extendió por muchos de los lugares donde inicialmente se anunció el mensaje de salvación, suplantando la fe en el Dios de Israel, por el mayor de los ídolos de la Kaaba, Alá; y la confesión de fe para salvación: Jesús es Señor, con la de la shahada. Ya en días de la iglesia primitiva los cristianos morían por negar que Cesar es señor, sino que: Jesús es el Señor. Hoy muchos están muriendo por mantener su confesión de fe: Jesús es Señor; contraria a la shahada musulmana. Nada nuevo debajo del sol.
Concluyo con las palabras del profeta Elías al pueblo ante los falsos profetas de Baal: ¿Hasta cuándo claudicaréis entre dos pensamientos? Si YHVH es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él [13]. No hay comunión posible entre la luz y las tinieblas, ni de Cristo con Belial.
Notas:
[1] – Deuteronomio 6:4,5
[2] – Romanos 10:8-10
[3] – Hechos 4:12
[4] – 1 Timoteo 2:5
[5] – Juan 14:6
[6] – Hebreos 1:1,2
[7] – Hechos 16:31
[8] – 1 Juan 4:14
[9] – Gálatas 1:8
[10] – 2 Corintios 11:3,4
[11] – 2 Corintios 11:13-15
[12] – Hebreos 4:14
[13] – 1 Reyes 18:21