ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.
Orando por la iglesia con el apóstol Pablo en la carta de Efesios.
«Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles… doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra» (Efesios 3:1,14,15 RV60).
Padre de nuestro Señor Jesucristo, venimos ante ti, junto con el apóstol de los gentiles, nosotros como gentiles, salvados por tu inmensa gracia y bondad, para ser coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa que ha llegado hasta nosotros en Cristo por medio del evangelio, por ello Señor, doblamos nuestras rodillas de gratitud ante tu profundo amor.
Padre eterno, a ti te ha placido darnos a conocer el misterio que ha sido revelado a tus santos apóstoles y profetas; misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado por el Espíritu (3:3-5). Alabamos tu nombre. Te agradecemos la luz del evangelio en la faz de Jesucristo. Esa luz que alumbra a todo hombre y que también ha llegado hasta nosotros.
Gracias, Padre amado, por habernos hecho coherederos con Israel, miembros de la familia de Abraham y Sara, con Isaac y Jacob. Gracias, oh Dios Todopoderoso y Soberano Señor, porque nos has hecho copartícipes de la promesa que diste a los padres y que nos ha llegado mediante el evangelio de tu Hijo. Alabado sea tu nombre por tu amor a todas las naciones y familias de la tierra.
Ahora, Señor, que hemos sido hechos copartícipes de la abundancia de tu gracia, pedimos que nos llenes de tu Espíritu una vez más, para que podamos administrarla a nuestra generación. Ayúdanos, Señor, para que seamos portadores del misterio y la revelación escondida y sepamos anunciar las inescrutables riquezas de Cristo a nuestro pueblo. Libra a España, oh Dios, de la ignorancia, y trae luz en el conocimiento de todo lo bueno que hay en ti mediante Cristo (Fil.1:6).
Padre, no somos competentes por nosotros mismos, por ello venimos ante ti para que la multiforme sabiduría tuya sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia en los lugares celestiales (3:10). Que seamos investidos de tu autoridad nuevamente para hablar con denuedo las palabras de vida a este pueblo.
Dios mío, de quien toda familia en el cielo y en la tierra toma su nombre, vuelve a visitarnos. Vivifícanos, Señor. Aumenta tu gracia donde abunda el pecado. Perdónanos la iniquidad cometida una y otra vez. Límpianos de antisemitismo. Purifica nuestros labios inmundos. Vuelve nuestros corazones a ti, como el corazón de los hijos hacia los padres, anunciado por el profeta (Mal.4:6), o pereceremos.
Por esta causa, Señor, doblamos nuestras rodillas ante ti; nos humillamos, buscamos tu rostro; oye desde los cielos, Padre; perdona nuestros pecados y sana nuestra tierra (2 Cr.7:14); en el glorioso nombre de Jesús. Amén.