Taller de oración – 39

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando por la iglesia con el apóstol Pablo en la carta de Efesios.

«… Para que sepáis cuál es… la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza…» (Efesios 1:19 RV60).

Eterno Dios, somos pueblo tuyo y ovejas de tu prado, y como tales venimos ante ti en esta hora de incertidumbre mundial para que podamos saber, comprender y manifestar la supereminente grandeza de tu poder en nosotros. Poder que emana de ti mismo, Señor.

Padre amado, está escrito que tu poder se perfecciona en nuestra debilidad [1], por ello, nos alegramos en nuestra debilidad para que repose sobre nosotros el poder de Dios [2]. Como dice el apóstol, lo débil del mundo has escogido para avergonzar a los fuertes, aunque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres [3].

Soberano Señor; nuestro Redentor Jesucristo también murió en debilidad, pero vive por el poder de Dios [4]. Te pedimos, Señor, que el poder de su resurrección nos levante de nuestro letargo y adormecimiento, despertando en nosotros el potencial sobrenatural de la vida de Cristo. Oh Padre, las puertas del Hades no prevalecerán contra la congregación de los santos [5]. Tu nos has dado la victoria, nos has hecho más que vencedores, por medio de aquel que nos amó [6], para que nos levantemos en medio de una generación torcida y perversa siendo luminares en el mundo [7].

Oh Dios Todopoderoso, el poder está en tu mano y lo das a quien quieres. Tú eres el Rey de las naciones. El Soberano de los reyes de la tierra. El hombre se ha ensoberbecido y su corazón le ha engañado. Tu iglesia, Señor, también participa de este engaño, creyendo en la potencialidad humana más que en el poder de Dios que se perfecciona en nuestra debilidad.

Por ello, Padre, venimos ante tu trono de gracia y libertad para ser revestidos del autentico poder que emana de ti mismo. Pedimos, Señor, que ese poder real y sobrenatural esté operando en nosotros dándonos la fuerza para mantener la fe en ti en medio de un mundo impío. Que podamos sostener la llama de un corazón ardiente de vida eterna, y podamos transmitirla a nuestros hijos y a esta generación. Que ese potencial, −las armas de nuestra milicia−, sean puestas al servicio de la causa de Israel en su tierra y a su Dios.

Padre, sabemos que tu eres poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que nosotros podemos pedir o entender, según la supereminente grandeza de tu poder que actúa en nosotros [8]; porque cuando somos débiles, entonces somos fuertes.

Dios de Israel, nos unimos con el profeta, y mirándote a ti; esperando en ti; decimos: Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sion; vístete tu ropa hermosa, oh Jerusalén, ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti incircunciso ni inmundo. Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sion [9]. En el glorioso nombre de Jesús lo pedimos. Amén.

NOTAS:

[1] – 2 Corintios 12:9

[2] – 2 Corintios 12:9

[3] – 1 Corintios 1:25

[4] – 2 Corintios 13:4

[5] – Mateo 16:18

[6] – Romanos 8:37

[7] – Filipenses 2:15

[8] – Efesios 3:20

[9] – Isaías 52:1,2

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