ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.
Orando con Habacuc: «¿Hasta cuándo, oh Señor, pediré ayuda, y no escucharás, clamaré a ti: ¡Violencia! Y no salvarás? ¿Por qué me haces ver la iniquidad, y me haces mirar la opresión? La destrucción y la violencia están delante de mí, hay rencilla y surge discordia. Por eso no se cumple la ley y nunca prevalece la justicia. Pues el impío asedia al justo; por eso sale pervertida la justicia» (Habacuc 1:2-4 LBLA).
¡Oh, Dios, Todopoderoso! Tú que eres santo me haces ver la iniquidad de mi pueblo. Tú que habitas entre las alabanzas de Israel me haces mirar la opresión. ¿Hasta cuándo, Señor? ¿Te olvidarás para siempre? ¿Permitirás que tus hijos clamen a ti día y noche pidiendo ayuda y no escucharás?
Oh, Señor, estamos anegados de violencia y maldad, la injusticia prevalece en nuestro medio y la voz se ha quebrado esperando a nuestro Dios. ¿Por qué, Señor, por qué? Cada día afligimos nuestra alma ante ti por la inmundicia que nos rodea. Cada día estamos hastiados de sinsabores. Vemos el despliegue de aquellos que aborrecen la verdad y se jactan en la práctica de sus propias iniquidades.
Nos ha rodeado la opresión. Destrucción y violencia son nuestro pan diario. Las rencillas y las discordias no tienen fin. Los hombres incumplen tu ley. Se echan a las espaldas la justicia de tus demandas. Por tanto, prevalece el malo, se han levantado para destruir la nación, mientras los justos callan. Vivimos asediados por los impíos y la consecuencia es que la justicia sale pervertida. La disolución se ha establecido como norma. Nada parece impedir el avance de ríos de lodo cenagoso que han embarrado la convivencia.
¡Oh, Dios, Dios nuestro, no calles para siempre! ¡Levántate, Señor, y huyan de delante de ti todos tus enemigos! ¡Levántate, Señor, en favor de la causa de Sión! ¡Levántate, Poderoso de Israel, a favor de España! ¡Líbranos! ¡Rescátanos! ¡Libertanos! Porque Tú eres el Dios de nuestra salvación.
Mira, Padre de misericordia y Dios de toda consolación, aquellos que en nuestros días están siendo masacrados por su fe en tu Hijo. Observa, Señor, como son llevados como ovejas al matadero. Su sangre clama delante de ti. Tú, Señor, que eres justo aboga por tu causa. Son tus hijos. Simiente santa. Redimidos para el Señor y su Cristo.
Padre Eterno y Soberano Señor, ante ti estamos. Tus ojos llenan toda la tierra. No ignores a esta generación. Nuestros pecados han hecho apartar de nosotros tu rostro para no oír, pero hoy clamamos desde lo hondo de nuestro ser; gemimos a causa de las angustias que nos rodean, y derramamos nuestra alma ante el Rey del Universo para que vengan de tu presencia tiempos de refrigerio y restauración a Israel, a la iglesia, a nuestra nación y a nuestra familia, en el glorioso nombre de Jesús, Amén.
Amén!!! Muy bueno el enfoque apreciado hermano Virgilio.
Gracias Holger, sigamos orando sin cesar por nuestras naciones y la restauración de Israel en su tierra y a su Dios.
Me gustaría me enseñe a orar soy nueva y no se orar igual yo oro todos lo días gracias DIOS le bendiga
Apreciada Maria Romero. Esa misma petición la hicieron los discípulos al Señor en cierta ocasión. Jesús les enseñó el patrón de oración conocido como el Padrenuestro. Puedes leer los tres artículos que sustentan esta sección, los tienes al margen derecho en la parte de arriba de la página, son estos: El propósito, Los motivos y Como hacerlo. Después sigue las oraciones que he ido colocando desde el Taller – 1. Esta es una de las muchas formas en las que podemos tener una vida activa de oración.