¿Qué es la teología del reemplazo? (Segunda parte)
Esta teología no solo enseña que Dios ha reemplazo a Israel por la iglesia, sino que contiene un aguijón perverso por cuanto incluye el argumento de que los judíos son un pueblo deicida, que mataron a Jesús, dijeron que su sangre cayera sobre ellos y sus hijos y por tanto está justificada la persecución, el odio, el despojo de todos sus bienes y el desprecio eterno por parte de aquellos que deberían seguir la enseñanza de Jesús sobre amar al prójimo, incluso orar por sus enemigos y bendecir a los que los maldicen.
Esta doctrina le ha dado la vuelta como un calcetín a las enseñanzas básicas de la fe cristiana, y estos son hechos que han tenido lugar a lo largo de demasiado tiempo en nombre del Mesías judío de Israel. Realmente debería producir una vergüenza tan grande en nosotros que solo el arrepentimiento, la restitución y las obras dignas de arrepentimiento puedan mínimamente compensar el daño causado. Ya sé que en muchos casos no hemos sido nosotros mismos quienes hemos llevado a cabo estos hechos, pero sí podemos hacernos copartícipes del pecado de nuestros padres en la fe; nuestra historia manchada de sangre nos señala y todo ello no puede mantenernos en la indiferencia lavándonos las manos como Pilatos.
Bien, vayamos por partes para ir poniendo, en la medida de lo posible, algunas luces, en forma de verdades, que puedan darnos claridad para poder ver un poco mejor lo que hasta ahora ha estado oculto a nuestros ojos.
Lo quiero hacer con sencillez, sin pretender ser más listo que nadie, pero a la vez con la firmeza y contundencia que exige un tema tan trascedente y de tantas consecuencias como éste. No creo que sea un asunto baladí, ni que esté incluido en los temas secundarios de doctrina, porque nuestra identidad ha sufrido y sufre por ello.
Nuestra historia como creyentes tiene un fundamento frágil sino sabemos situarnos correctamente en el lugar que nos corresponde y nuestras acciones y obras sufren (fuego amigo que causa destrozos donde debería haber apoyo) la contrariedad de encaminarse a objetivos equivocados y por tanto a su ineficacia.
Debemos conocer los tiempos y levantarnos del sueño, vestirnos con las armas de la luz y andar como de día, desechar las obras de las tinieblas y no proveer para los deseos de la carne [1].
Antes de entrar en la argumentación quiero decir que mi posición no es caer en el otro extremo, es decir, repudiar la iglesia cristiana como reacción pendular en el amor hacia Israel. Conozco extremos en el lado opuesto que pretenden desvincularse de todo lo cristiano como reacción a una «nueva luz» que nos lleva a hacernos judíos renunciando incluso a nuestra propia nación y cultura, (lo que hay de Dios en ella), y caer en el mismo error pero viéndolo desde el otro lado de la trinchera. No pretendo caer en desequilibrios, y comprendo que tal vez no satisfaga ni a unos ni a otros, pero en conciencia voy a exponer lo que creo según las Escrituras.
[1] – Romanos 13:11-14
Próximo capítulo: Las preguntas claves