La teología del reemplazo (2)

Reemplazo¿QUE ES LA TEOLOGÍA DEL REEMPLAZO? 

(Primera parte)

        

Leyendo el documento titulado «Desenmascarando al BDS» (Boicot, Desinversiones y Sanciones a Israel), me encuentro con que este movimiento antisemita halla su apoyo en algunas de las iglesias protestantes tradicionales inspiradas en teologías radicales, especialmente la denominada teología del reemplazo. Lo que viene a confirmar la actualidad de este tema y que sepamos identificarla adecuadamente.

Dicho esto definamos ahora lo que llamamos teología del reemplazo. No es una teología que aparece en los manuales de enseñanza como tal, ni con ese nombre. Se trata de enseñar que Dios ha desechado a Israel por haber rechazado al Mesías (Yeshúa) y que su lugar lo ocupa la iglesia, un concepto que en parte de su evolución histórica vino a constituirse en una institución y un estado, el del Vaticano. Se cambió el centro de la fe apostólica de Jerusalén a Roma, y la iglesia como institución vino a ocupar también el vacío que dejó la caída del Imperio Romano.

Una vez unido el poder religioso con el político la bestia resultante se erigió en perseguidor de judíos y del mismo cristianismo vivo, los que no se conformaron con esa mezcla babilónica que tanto daño ha hecho a la fe del evangelio.

La teología del reemplazo enseña que ahora la iglesia es el nuevo pueblo de Dios, el Israel espiritual, los herederos de las promesas hechas a Abraham y su simiente. Las Escrituras ya no pertenecen a los judíos, sino a la iglesia; el cristianismo comienza con la llegada del Espíritu Santo el día de Pentecostés, y a partir de ahí ha comenzado una nueva realidad alejada de Israel por cuanto el pueblo judío dio la espalda a Jesús. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron, mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, Dios les dio potestad de ser hechos hijos de Dios [1].

Además, proclama esta teología, el mismo Maestro señaló que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él [2]. Una vez que Jerusalén fue destruida y el templo arrasado por los romanos en el año 70 d.C. se confirmaba el juicio de Dios sobre su pueblo Israel, su rechazo y la substitución por otro pueblo, la iglesia, que la conforman gente de toda raza, lengua, pueblo o nación, pero que se constituye en un nuevo pueblo, dando comienzo a la era del cristianismo.

Todo este enfoque tiene, admitámoslo, cierta verosimilitud si nos situamos en el devenir de la historia posterior a los sucesos de la destrucción del templo, y mucho más después de la rebelión de Bar Kojba en el 132 y el arrasamiento que sufrió la tierra de Israel por parte del emperador Adriano, que dio comienzo a una diáspora judía a todas las naciones que ha durado tantos siglos.

La historia parecía dar la razón a los teóricos de esta enseñanza, aunque para ello tuvieran que ignorar las profecías de la restauración de Israel y la exposición que el apóstol Pablo hace en Romanos capítulos 9 al 11, así como de otros textos que iremos viendo en nuestra exposición.

Diré ya ahora, que todos los profetas de Israel que anunciaron el juicio de Dios sobre el pecado de Su pueblo acabaron su mensaje con la restauración de Israel en su tierra (sí, por supuesto, algunas de esas profecías se cumplieron en el retorno de Babilonia después de los setenta años de cautiverio, pero recordemos también que nuestros exégetas enseñan que una profecía puede tener uno o más cumplimientos). Cuando algunas de estas profecías se han comenzado a cumplir delante de nuestros ojos en el pasado siglo XX, tenemos la obligación moral de examinar nuestra teología y ver el fruto que ha producido.

Una vez enunciada en sus aspectos principales la teología que estamos examinando, debemos preguntarnos por el fruto que ha producido. Todos sabemos la enseñanza de Jesús sobre el árbol que no puede dar fruto bueno si su base es mala, el árbol se conoce por su fruto. En este caso no creo que haya mucha duda sobre el resultado amargo que ha producido la teología del reemplazo a lo largo de los últimos dieciocho siglos. Fruto amargo para Israel como pueblo, y resultados de intolerancia, obstinación en el error (que es idolatría), arrogancia manifiesta y maldición para las naciones que han maldecido la simiente que Dios ha bendecido.

[1] – Juan 1:11,12

[2] – Mateo 21:43

Próximo capítulo: ¿Qué es la teología del reemplazo? (Segunda parte)

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