Hablemos claro desde una perspectiva bíblica: el antisemitismo es una maldición para las familias y naciones de la tierra.
La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda injusticia de los hombres, y el odio irracional a un pueblo o nación por el simple hecho de serlo, es sencillamente nocivo. Pero si ese pueblo o nación es el pueblo que Dios ha elegido para bendecir a todas las naciones de la tierra, entramos en un terreno que sobrepasa el ámbito natural para penetrar una densa oscuridad.
Precisamente, será en el monte de Sion, situado en Jerusalén, la capital eterna de Israel, donde se destruirá la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones (Is.25:7). El velo que ciega, enajena y pervierte el conocimiento, será destruido mediante la restauración física y espiritual de Israel en su tierra y a su Dios; por tanto, una prioridad de gobernantes sabios sería alejarse del antisemitismo, y no tocar la niña de sus ojos (Zac. 2:8).
Pero lejos de ello, en Europa, nuestro continente, estamos anegados nuevamente de antisemitismo, mientras somos invadidos por las huestes del islam en forma de demografía y terrorismo. Veamos algunos datos.
En el caso de España, por ejemplo, el porcentaje de antisemitismo es del 29%, superior al de la media de su entorno (24% en Europa Occidental)
Portugal (21%)
Italia (20%)
Francia (37%), el más alto de Europa Occidental.
Piensa. Francia a la cabeza del antisemitismo europeo, mientras celebra una conferencia para pretender solucionar el conflicto árabe-israelí. Sigamos.
Los países más antisemitas de Europa son, en primer lugar, Grecia (un alucinante 69%, donde se combina antisemitismo racial de extrema derecha, antisemitismo cristiano antiguo, ortodoxo en este caso [los griegos y los judíos fueron rivales comerciales en el Mediterráneo durante siglos desde la Antigüedad y de ahí proviene un antisemitismo milenario ortodoxo], con la moderna judeofóbia de extrema izquierda),
Polonia (45%)
Bulgaria (44%)
Serbia (42%)
Hungría (41%)
Ucrania y Bielorrusia (ambas 38%)
Lituania (36%)
Bosnia-Herzegovina (33%)
Croacia (32%)
Montenegro (29%, el mismo que España).
Austria, país natal de Hitler, pese a todas las políticas educativas que durante setenta años promueven erradicar los prejuicios raciales, xenófobos y antisemitas, tiene un porcentaje de antisemitismo del 28%, similar al de Alemania (27%), en donde la lacra neonazi sigue presente, latente entre minorías radicales y grupúsculos antisistema.
Turquía, miembro de la OTAN, a caballo entre Europa y Asia tiene registrado, según la ADL, un antisemitismo igual al de su vecino Grecia, un 69%.
Los países menos antisemitas de Europa son los protestantes y de tradición luterana-calvinista:
Suecia (4%),
Holanda (5%),
Reino Unido (8%),
Dinamarca (9%),
Noruega (15%),
Finlandia (15%)
Islandia (16%)
Piensa. Precisamente estos países han estado históricamente abiertos al evangelio y el contenido de la Biblia, la Reforma; mientras que aquellos de tradición católica/ortodoxa, que nunca han tenido como base real de su fe el estudio libre de las Sagradas Escrituras, son pueblos más cegados, si cabe, en su antisemitismo. De lo que podemos concluir: Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino (Sal.119:105). Bienaventurada la nación cuyo Dios es YHVH (Sal.33:12).
Pero no podemos olvidar, que en muchos de estos países de tradición Reformada, se está apostatando de la fe de sus padres, negando la fe cristiana en estos días, y están siendo literalmente invadidos y anegados por multitudes musulmanas (resultado de políticas multiculturales y buenistas mal entendidas).
Donde se apaga la luz del evangelio y la revelación de Dios, se enciende una tenebrosa oscuridad que ciega las mentes y promueve leyes contrarias a los valores judeocristianos que formaron Europa, para dar lugar a una apostasía y decadencia que atrae el juicio de Dios, el Dios de Israel.
El pueblo que teme a Dios debe despertar y ponerse en la brecha, humillarse y orar al Dios del cielo, para que nuestra tierra sea sanada (2 Crónicas 7:14).