Por Shira Sorko-Ram – Publicado en MAOZ
(Adaptado por Virgilio Zaballos)
El odio al judío todavía existe, brotó del cristianismo que originalmente se difundió en Europa, Rusia y Gran Bretaña. ¿Por qué el continente europeo e Inglaterra tienen una tasa tan alta de antisemitismo aún hoy en día? ¿Por qué sus culturas han estado impregnadas con esta lacra por siglos? Tristemente, el antisemitismo europeo procede en su origen de la teología de la Iglesia Primitiva, con el argumento de que Dios había abandonado a los judíos como pueblo escogido a causa de sus pecados y fue reemplazo por la iglesia. (Esta es una de las doctrinas más ridículas jamás creadas por el hombre, teniendo en cuenta la absoluta maldad y corrupción de la iglesia en todas las épocas).
No obstante, la Iglesia Católica, —la única iglesia durante los primeros mil años− promovió y desarrolló esta doctrina hasta que se convirtió en un componente inseparable del cristianismo. Incluso cuando Lutero se separó de la Iglesia Católica y fundó la iglesia Luterana, no pudo extraer el horrible virus del antisemitismo que literalmente impregnó todo el cristianismo mediante la herejía de la Teología del Remplazo. En resumidas cuentas, por cientos de años, Gran Bretaña expulsó a todos los judíos de su reino, y por dos mil años, los judíos fueron hostigados, puestos en guetos y asesinados por la supuesta Europa cristiana.
Hoy en día, en todas las iglesias tradicionales del mundo, el antisemitismo sigue vivo y sano. Muchos, si no la mayoría de los partidarios del cristianismo tradicional en Gran Bretaña, y en las naciones de la Unión Europea, están infestados por el odio al judío. (Esta es la razón por la que prácticamente todas las naciones europeas no tienen ningún problema en seguir la corriente de antisemitismo islámico que impregna la ONU.)
Recuerdo una mujer israelí que discutía conmigo sobre las tres religiones principales, el judaísmo, el cristianismo y el islam. Me dijo: el cristianismo es la religión más maligna y violenta que el mundo haya creado. Sin duda alguna, ella estaba hablando desde su experiencia personal a manos de los nazis quienes decían ser católicos o luteranos […]
[…] Sólo ha sido a partir de las dos últimas décadas cuando los oficiales y líderes judíos −especialmente en Israel− se han dado cuenta que la mayoría de los evangélicos (especialmente en los Estados Unidos) no están infestados con la enfermedad antisemita. Todo lo contrario, los evangélicos son amigos cercanos y defensores fieles del pueblo judío porque su guía para la vida es la Biblia.