A la ley y los profetas (2)

Judea y SamariaEl profeta Amós: antisemitismo como obra de la carne

Así dice el Señor: Por tres transgresiones de Edom [Esaú], y por cuatro, no revocaré su castigo, porque con espada persiguió a su hermano [Israel], y suprimió su compasión; su ira continuo despedazando y mantuvo su furor para siempre (Amós 1:11-12)

         El profeta Amós es uno de los diversos profetas de Israel que emiten el juicio de Dios contra Edom. En este pasaje podemos ver algunas de las características de la naturaleza pecaminosa de este pueblo. El carácter violento, dedicado a la guerra, sin compasión, lleno de ira perpetua y un furor para siempre, que tanto nos recuerda al proceder del mundo islámico contra Israel.

         Pablo enseña en sus cartas que debemos alejarnos de nuestra vieja manera de vivir, cuando andábamos en la vanidad de nuestra mente, entenebrecido el entendimiento, excluidos de la vida de Dios, endurecidos de corazón, insensibles, entregados a la sensualidad, hablando mentiras, robando, saliendo de nuestra boca palabras corrompidas, dando lugar al diablo, resistiendo al Espíritu (Efesios 4:17-30). Y culmina con esto: Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia (Ef.4:31). Aquí tenemos la misma naturaleza de Esaú/Edom.

El profeta Amós nos dice que Dios no tolerará más el pecado de Edom (un antisemitismo ancestral) y envía su juicio para depurarlo. Los apóstoles han anunciado el juicio de Dios sobre el hombre caído, su muerte en la cruz del Calvario. Y los que andan según la carne no pueden agradar a Dios; la mente puesta en la carne es  muerte (Ro.8:8,6).

Esaú dirigió su maldad hacia su hermano Israel. Buscó en sus parientes el objeto de su ira y el destino de su furor, ¿por qué? porque anidaba en su corazón la amargura heredada de los padres. La ira y el odio acumulado por generaciones, en familias o pueblos, dan lugar a manifestaciones de violencia inusitada en ciertos momentos. Lo vemos hoy en el enfrentamiento árabe-israelí; lo vemos en el odio nacionalista y separatista; lo vemos en las rivalidades étnicas y el odio al extranjero, y por supuesto lo vemos en el rebrotar del nuevo antisemitismo en forma de Boicot a Israel (BDS) y la obsesiva sinrazón de la izquierda política hacia el Estado judío.

Edom está muy cerca de nosotros. Esaú ha invadido nuestro corazón con su falta de compasión. Estamos atrapados en amarguras hereditarias que engendran contaminación por donde quiera que pasan. Necesitamos la voz del profeta y el apóstol para emitir el juicio contra Edom, −el viejo hombre−, y vestirnos del nuevo por la resurrección de Jesús, el postrer Adán.

         Despojémonos del viejo Esaú con su antisemitismo pleno de amargura heredada de los padres, y vistámonos del nuevo hombre creado en Yeshúa en justicia y santidad de la verdad.

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