INTRODUCCIÓN
Aunque pueda parecernos chocante, la teología ha estado al servicio del antisemitismo en ciertos periodos de la historia de la iglesia. No toda la teología, pero sí cierta teología que se ha dado en llamar del reemplazo.
Me propongo desarrollar este tema a partir de esta introducción, mediante una serie de artículos que iré subiendo a la página web semanalmente.
Afirmo que cierta teología cristiana ha estado al servicio del antisemitismo poniendo las bases doctrinales para la persecución de los judíos, incluso el odio, y como consecuencia la destrucción y muerte de muchos hijos de Israel. Es una grave iniquidad que desde algunas posturas teológicas se hayan justificado comportamientos que están radicalmente en contra de la enseñanza de Jesús y sus apóstoles. Hoy estas teologías no llevan a la muerte de judíos pero sí mantienen el error en la posición sobre el conflicto árabe-israelí y producen la pasividad de muchas iglesias con respecto a orar por la paz de Jerusalén, apoyar desde el ámbito espiritual y práctico la restauración del pueblo de Israel anunciada por los profetas que leemos todos los domingos en las congregaciones cristianas.
Por supuesto que debemos orar por todos los hombres, pueblos y naciones, Dios no hace acepción de personas, pero Israel, como pueblo de las promesas, recibe una presión única por parte de los poderes espirituales de las tinieblas para impedir el cumplimiento de la voluntad de Dios en la tierra. En este sentido, una teología errónea sobre Israel nos hará inútiles a la hora de consolar y ayudar a la vieja Noemí; volveremos, como Orfa, a nuestros quehaceres religiosos y no compartiremos con Rut la historia del pueblo donde hemos sido injertados por la fe en el Mesías.
Jesús explicó algunas verdades del reino de Dios a través de parábolas. En una de ellas dijo que el sembrador sale a sembrar y siembra buena semilla en el campo, pero mientras dormían los hombres vino un enemigo y sembró cizaña entre el trigo [1]. Aunque en esta parábola relacionó la buena semilla con los hijos del reino, y la cizaña con los hijos del malo, en otra ocasión dijo que la semilla era también la palabra [2], que sembrada y entendida da buen fruto, pero sembrada y no entendida o tergiversada, mezclada o sin raíz da un fruto malo, puede volverse cizaña, o peor aún, veneno para quienes digieren semejante semilla.
A lo largo de la Historia del hombre las palabras han sentado las bases para las acciones, sean buenas o malas. A menudo unos han sido los «cabeza-pensantes», filósofos, ideólogos; y otros han sido los ejecutores, los que ponen en acción las ideas que otros han producido. Unos siembran cizaña, o semillas mezcladas, sin llegar a la raíz, con un conocimiento parcial de verdades profundas que a veces esconden misterios que dependen del corazón de las personas para recibir la revelación oportuna o mantenerse en oscuridad por la torpeza, obstinación (que es idolatría) o aferrados al error transmitido de generación en generación, como el pecado de Jeroboam.
Algo de esto es lo que se ha producido con la llamada teología del reemplazo.
Jesús sembró buena semilla. Vino a los perdidos de la casa de Israel, enseñó a los suyos y aunque muchos de ellos no le recibieron, otros muchísimos sí.
Nació judío, vivió como judío y murió por todos los hombres como rescate y expiación, un plan predeterminado desde antes de la fundación del mundo. Luego en un proceso gradual algunos sembraron cizaña en la complejidad del misterio de Israel y concluyeron que Dios había desechado a su pueblo y que ahora el nuevo pueblo era la iglesia. De esta forma se despojó y expolió a Israel de sus Escrituras poniendo las bases para su rechazo, persecución y antisemitismo. Todo ello tuvo su origen en unos planteamientos teológicos, enseñados en algunos casos por personas amantes de las Escrituras hebreas que produjeron una acusación inicua de deicidio por ignorar las mismas Escrituras y el poder de Dios.
[1] – Mateo 13:24-30
[2] – Lucas 8:11 y Marcos 4:14
Próximo capítulo: ¿Qué es la teología del reemplazo?
El continuo amor de Dios por su pueblo, a pesar de su persistente rebelión espiritual; es una gran demostración del significado de la gracia redentora, a travez de Jesucristo.