Mapamundi del antisemitismo (5) – ESPAÑA

Antisemitismo (2)Para terminar esta serie sobre el mapamundi del antisemitismo quiero centrarme en mi país, España. Históricamente nuestro pueblo ha mantenido (aún lo hace) una actitud hostil hacia el pueblo judío. Las causas que pueden enumerarse son múltiples, tal vez la que más ha pesado ha sido el componente religioso católico, que se ha trasvasado a la corriente política de izquierdas-progresistas, como substituto en gran parte de la vieja religión, actuando bajo los mismos parámetros.

Paradójicamente nuestro país ha sido uno de los que históricamente ha mantenido una comunidad judía más extensa en el tiempo, y más rica en herencia. Su influencia alcanza a mantener el idioma del siglo XV en los países donde fueron esparcidos después de la infame expulsión de tierras de Sefarad.

En la actualidad el promedio de antisemitismo en España se sitúa en torno al 29%, es decir, una tercera parte de la población; lo cual no deja de ser un baldón y lastre para el avance de nuestra prosperidad. Porque recordemos que el que bendice a Israel es bendecido, y quienes mantienen una postura hostil, sea de antisemitismo, o antisionismo que viene a encubrir en buena medida el viejo odio al judío en forma de oponerse a las políticas del Estado de Israel, esa actitud acaba redundando en su propia autodestrucción.

Bandera de EspañaHay sectores en España que nada tienen que ver con el antisemitismo, y mantienen una postura de aprecio, respeto y reconocimiento de la gran herencia recibida del pueblo de las promesas, tanto científicas, tecnológicas, culturales y espirituales. Algunos (especialmente los empresarios y políticos por razones obvias) lo hacen en silencio; otros no tenemos reparo en hacerlo de forma clara y pública.

En cuanto a la iglesia, me refiero aquí a la iglesia Evangélica y Reformada, sigue habiendo una postura teológica muy extendida que mantiene el Reemplazo como base doctrinal. Hay sectores, mayoritariamente en el ámbito pentecostal y carismático, que sostienen una actitud de apoyo a Israel sin fisuras, sonora y valiente.

La encuesta que estamos siguiendo nos deja datos sobre lo que piensan los españoles acerca de los judíos en distintos aspectos. Veamos.

Los judíos son más leales a Israel que al país en el que viven: 65%
Los judíos tienen demasiado poder en el mundo de los negocios: 53%
Los judíos tienen demasiado poder en los mercados financieros: 50%
Los judíos hablan demasiado sobre lo que les sucedió en el Holocausto: 48%
Los judíos tienen demasiado control sobre los asuntos globales: 34%
Los judíos tienen demasiado control sobre el gobierno de Estados Unidos: 39%
Los judíos se creen mejores que otras personas: 22%
Los judíos tienen demasiado control sobre medios de comunicación: 31%

El primer punto, el más alto, con un 65% que afirma que los judíos españoles son más leales a Israel que a España es el más preocupante, porque induce a pensar que, aunque no todos los antisionistas son antisemitas, el antisemita se camufla en numerosas ocasiones dentro del antisionismo o negación a existir del Estado de Israel.

Sobre que tienen «demasiado poder en el mundo de los negocios» (53%) y en los «mercados financieros internacionales» (50%), demuestra una vez más cómo el mito de Los Protocolos de los Sabios de Sión, un libelo creado en Francia durante el caso Dreyfus (1894-1906) y propagado desde la Rusia zarista antisemita a partir de 1902, ha sido considerado como válido por la mitad de los españoles, pasando de generación en generación. Conviene recordar que Los Protocolos de los Sabios de Sión han gozado, entre 1935 y 2000, de ¡veintinueve ediciones en castellano! (Álvarez Chillida, 2002, 496).

El vínculo con Estados Unidos, que existe, se ve exagerado en el caso de España, y alude al mito del lobby judío que controla la Casa Blanca, pues, a la pregunta de si «los judíos tienen demasiado control sobre el gobierno de Estados Unidos», el 39% responde afirmativamente, un diez por ciento más que el promedio de antisemitismo en España, que está en torno al 29%, siempre según la ADL.

No hay encuestas durante el Franquismo (1939-1975), ni durante la Segunda República Española (1931-1936) y, obviamente, tampoco durante toda la época anterior, desde las Cortes de Cádiz (1812), pasando por los reinados de Fernando VII, Isabel II, las diversas regencias intermedias, la primera República de 1871, Alfonso XII y las regencias durante la minoría de edad de su hijo póstumo Alfonso XIII (que reinó de 1902 a 1923), la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), la llamada dictablanda de Dámaso Berenguer (1930-1931), etcétera.

El antisemitismo en EspañaNo obstante, cuando uno lee y relee El Antisemitismo en España, del historiador Gonzalo Álvarez Chillida, plagado de documentación rigurosa, comprende que, aunque la Inquisición fue abolida en 1834, el tradicional antisemitismo español católico y castizo, heredero de la limpieza de sangre, ha estado presente durante los siglos XIX y XX, mediante creencias populares y familiares que han ido pasando de padres a hijos hasta nuestros días. Tras la Transición Española parecía que la tolerancia y la llegada de la modernidad a España traería una caída del antisemitismo y, por tanto, de la xenofobia, y así parecía en los años ochenta y noventa del pasado siglo. Por desgracia en lo que llevamos del siglo XXI, el antisemitismo irracional ha crecido, tanto el de herencia cristiana como el importado de los antiguos países del Este de Europa, la moderna judeofobia de las dictaduras comunistas (no pocas veces camuflada del odio a Israel o antisionismo). Esto explica que se dé por igual, y con similar virulencia entre sectores de la extrema derecha y de la extrema izquierda.

Mi oración al Dios de Israel es que perdone a mi pueblo por su antisemitismo; envié luz a nuestros corazones para ver su gloria en la faz del Mesías de Israel. Y mediante un arrepentimiento sincero de nuestro pecado de antisemitismo, el propio y el heredado de nuestros padres, podamos ver en nuestra generación la misericordia del Eterno, viniendo de su presencia tiempos de refrigerio y restauración. Amén.

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