ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.
Orando con Habacuc: «El Señor Dios es mi fortaleza; El ha hecho mis pies como los de las ciervas, y por las alturas me hace caminar» (Habacuc 3:19 LBLA).
Señor y Dios Todopoderoso, en medio de las aflicciones del tiempo presente tú eres nuestra fortaleza. Nuestra debilidad se perfecciona en el poder de Dios. Y aunque, como Jesús, que fue crucificado en debilidad, pero vive por el poder de Dios; así también nosotros somos débiles en El, pero viviremos con El por el poder de Dios para con nosotros [1].
Tú eres, oh Dios, el gran Yo Soy [2]; por tanto, en ti esperamos en todo tiempo. Eres el que rescata nuestras vidas del hoyo [3] y nos hace andar sobre peña [4]. Tu eres el autor de nuestra salvación, por ello te alabamos y glorificamos tu nombre eternamente y para siempre.
Padre amado y Dios de toda consolación, confiamos en tu fortaleza para escapar como el ciervo de las fauces del león. Has hecho nuestros pies ágiles para correr con paciencia la carrera que tenemos por delante [5]. Tu fortaleza en nosotros nos hace sólidos ante las injusticias de un mundo caído.
Padre eterno, oramos con el profeta Habacuc en medio de la aflicción que nos rodea; hemos puesto nuestra mirada en ti; nuestra competencia viene de ti [6]; de la abundancia de tu gracia [7] que nos sostiene sobre la roca eterna de los siglos. Tú eres el que sostiene a Israel. Tú guardas en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado [8].
Oh Dios nuestro, eres tu quién nos hace vivir y caminar en las alturas. Nos has colocado en lugares celestiales juntamente con Cristo [9], y nuestra vida verdadera está escondida con Cristo en Dios [10]. Nuestro peregrinaje, Señor, tiene su final en la ciudad celestial, aquella cuyo arquitecto y constructor es Dios [11]. Esa esperanza de gloria [12] nos da la fortaleza para seguir caminando.
Pero, Señor, no somos ajenos al dolor que nos rodea. Vemos nuestra nación entregada a la idolatría y la soberbia de un corazón duro, por ello alzamos nuestro clamor a ti, Dios de misericordia y toda consolación, para que vengan de tu presencia tiempos de refrigerio [13]. Envíanos, Señor, tu palabra y seremos salvos. Danos la determinación para anunciarla con valentía, y decirle al justo que le irá bien [14]; pero a los desobedientes e incrédulos les aguarda el juicio inexorable de condenación [15].
Por eso, Señor, en la ira, acuérdate de la compasión [16]. Tú eres mi fortaleza, quien hace mis pies como cierva; y en las alturas me hace caminar. Amén.
NOTAS:
[1] – 2 Corintios 13:4
[2] – Éxodo 3:14
[3] – Salmos 103:4
[4] – Salmos 40:2
[5] – Hebreos 12:1
[6] – 2 Corintios 3:5
[7] – Romanos 5:17
[8] – Isaías 26:3
[9] – Efesios 1:3 y 2:6
[10] – Colosenses 3:3
[11] – Hebreos 11:10
[12] – Colosenses 1:27
[13] – Hechos 3:19
[14] – Isaías 3:10
[15] – Apocalipsis 21:8
[16] – Habacuc 3:2
Amén. . .Gracias por recordar las maravilosas promesas.