ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.
Orando con Habacuc: «Oración del profeta Habacuc, en tono de Sigionot [canto vehemente]. Oh Señor, he oído lo que se dice de ti y temí» (Habacuc 3:1,2 LBLA).
Padre celestial, queremos unirnos con Habacuc en este canto vehemente y de lamento por nuestra generación. Vemos, Señor, las multitudes entregadas al vicio y los placeres temporales del pecado. Conocemos tus juicios y por tu palabra sabemos que son inexorables sobre quienes trasgreden tu ley, se mofan del evangelio y desprecian a tu pueblo. Por ello, Señor, venimos ante ti con temor y temblor por nuestra generación.
Amado Dios, hemos oído tus obras en el pasado, sabemos que tú no cambias, por ello comprendemos que las mismas actitudes pecaminosas obtendrán el mismo juicio. Pero sabemos también que vivimos en tiempos de abundante gracia y misericordia, por ello alzamos ante ti nuestra súplica a favor de la tierra, de nuestra nación, nuestra familia y nuestras propias vidas.
Comprendemos, Señor, que nuestro clamor no ha sido suficiente hasta ahora. Hemos sido tibios en súplicas, tardos en venir ante el trono de gracia con todo nuestro corazón, y por ello nos avergonzamos.
Vivífica, oh Señor, nuestra vida de oración para que podamos levantar las manos caídas y las rodillas paralizadas. Derrama sobre nosotros un espíritu de gracia y súplica para venir ante ti a favor de la tierra. Conocemos tu palabra, sabemos lo que otros dicen de ti, cómo se burlan de su contenido, y porque no vienen juicios rápidos los hombres se vuelven soberbios.
Pero tu pueblo conoce tu palabra, sabe las consecuencias de la desobediencia sobre las naciones, por eso tememos por la nuestra, oramos por España en esta hora de incertidumbre, desenfreno y disolución. Pedimos, Señor, ser librados de hombres perversos y malos. Pedimos gobernantes justos, íntegros y temerosos de Dios.
También sabemos de muchos en Israel que viven lejos de tu voluntad, la que has expresado por los profetas. Trae, Señor, justicia en la tierra que diste a Abraham tu siervo. Restaura la fe en el Dios de nuestros padres y revela la simiente que ya ha venido para traer salvación a Israel. Líbralos, oh Dios, de quienes buscan su destrucción, y confirma la vida de oración de nuestras manos alzadas al santuario celestial, sí, la obra de nuestras manos confirma.
Padre, con el profeta Habacuc levantamos ante ti nuestro lamento y súplica por Israel, por España, por las naciones de la tierra. Venga tu reino. Esperamos al Deseado de todas las naciones. Sí, ven, Señor Jesús. Amén.
Amén.
Muy edificantes estas oraciones contemporaneas, apreciado hermano Virgilio.