14 – UNIDOS CON EL MESÍAS: Una fuente continua de revelación y vida

Unidos con el Mesías (2)Textos claves: (Fil.3:7-1O) (Col.2:1-3) (Is.60:1,2)

UNIDOS CON YESHÚA

Nuestra unión con Cristo es tan real que él habla y se expresa a través de los suyos. «Pues buscáis una prueba de que habla Cristo en mí, el cual no es débil para con vosotros, sino que es poderoso en vosotros» (2 Co.13:3). Esto que parecería una exageración, es, sin embargo, lo normal de una fusión como la que el creyente vive con Cristo. «El que se une al Señor es un espíritu con él» (1 Co.6:17). «El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo» (1 Jn.2:6). Los gálatas lo entendieron así cuando les fue predicado el evangelio por el ap6stol Pablo. «Me recibisteis como un ángel de Dios, como a Cristo Jesús mismo» (Gá.4:14).

RESULTADOS DE ESA UNIÓN

Desde que el hombre perdió la comunión con el Creador por el pecado se han hecho toda clase de intentos para regresar a Dios, conocerle, saber dónde está. Sin embargo, «a Dios nadie le ha visto, el Unigénito Dios, que está en el seno del Padre, El le ha dado a conocer» (Jn.1:18). Necesitamos, por tanto, identificar al Cristo, el Mesías; y para ello es preciso recibir revelación. Dios se revela a sí mismo a través de Jesús. «Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo» (2Co.4:6). ¿Cómo viene esa revelación?

  • Por el llamamiento soberano de Dios.
  • Por su gracia. «Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo… Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre» (Gá.1:11, 12, 15,16). «Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado» (Ef.1:4-6).

Un ejemplo de revelación de la persona de Jesús lo encontramos en la vida del apóstol Pedro. «Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos» (Mateo, 16:15-17).

Estamos unidos a Cristo por obra de Dios. «Mas por él (Dios) estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención» (1 Co.1:30); y de esa unión brota una fuente continua de revelación.

Fuente de agua de vidaA. Una fuente continúa de revelación y vida.

En Cristo encontramos la perla de gran precio, y a partir de ahí una vida más excelente. «Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte» (Fil.3:7-10). «Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro; para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento» (Col.2:1-3).

De esta verdad se derivan otras, veamos algunas.

1. Un mejor conocimiento de Cristo libera su potencial en nosotros. 

«Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él» (Ef.1:17). «Para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús» (Filemón, 6).

2.  Conocemos su voluntad para nuestras vidas.

«No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta» (Ro.12:2). «… Dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo…» (Ef.1:9)

3. Encontramos el sentido de la vida.

«Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor» (Ef.5:15-17).

4. Revelación del misterio de Cristo: la eklessia: su cuerpo.

«Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles; si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros; que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio» (Ef.3:1-6). «Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad» (1 Ti.3:14,15); y su misión en el mundo. «Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales» (Ef.3:10). «Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia» (1P.2:9,10).

5. El conocimiento del verdadero Dios y la vida eterna.

«Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna» (1 Jn.5:20). Cristo en nosotros es una fuente continua de revelación y plenitud de vida.

CONSECUENCIAS

Nuestra unión con Cristo nos trae revelación y conocimiento de todo lo necesario y nos hace levantar por encima del engaño y la mentira que nos rodea (Is.60:1,2). Podemos levantarnos  en una vida confiada porque el que vive en nosotros es mayor que el que está en el mundo. «Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo» (1 Jn.4:4).

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