Textos bíblicos sobre los sueños (b)
Hay una gran responsabilidad en aquellos que hacen errar al pueblo de Dios. Jesús dijo que mejor les sería colgarse una piedra de molino y tirarse al mar, que hacer caer a uno de estos pequeños. ¿Y por qué hacen errar al pueblo? Porque hablan visión de su propio corazón, hablan con atrevimiento, son muy osados; tienen un mensaje agradable al oído para alimentar a los codiciosos. En lugar de combatir la obstinación y la idolatría del corazón de muchos, les confirman en sus errores diciéndoles que nada malo pasará. Todo irá bien, Dios es bueno y quiere lo mejor para nosotros.
… Os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de YHWH. Dicen atrevidamente a los que me irritan: YHWH dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros (Jer.23:16-17).
La gran carencia de estos profetas es que no estuvieron en el secreto de Dios para oír su palabra para el pueblo, y como el pueblo esperaba en ellos, estos inventaban los mensajes de su propio corazón y su propia imaginación.
Porque ¿quién estuvo en el secreto de YHWH, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó? … No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos profetizaban. Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras (Jer.23:18-22).
El substituto de la palabra de Dios viene a ser el sueño, la visión vana. Estos profetas al estilo de Balaam, que amaban más el lucro y la posición social que la revelación de Dios, no tenían mensaje, pero había que imaginarlo ¿cómo? con vanas imaginaciones, los sueños carnales, la mentira y el engaño de su corazón.
Yo he oído lo que aquellos profetas dijeron, profetizando mentira en mi nombre, diciendo: Soñé, soñé. ¿Hasta cuándo estará esto en el corazón de los profetas que profetizan mentira, y que profetizan el engaño de su corazón? ¿No piensan cómo hacen que mi pueblo se olvide de mi nombre con sus sueños que cada uno cuenta a su compañero, al modo que sus padres se olvidaron de mi nombre por Baal? (Jer.23:25-27).
Luego, el profeta Jeremías, que sufrió el escarnio de un pueblo que había decidido seguir el error, la mentira y la vanidad; compara, en su alegato contra los falsos profetas, los sueños con la paja, y el trigo con la palabra de Dios.
El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice YHWH. ¿No es mi palabra como fuego, dice YHWH, y como martillo que quebranta la piedra? Por tanto, he aquí que yo estoy contra los profetas, dice YHWH, que hurtan mis palabras cada uno de su más cercano. Dice YHWH: He aquí que yo estoy contra los profetas que endulzan sus lenguas y dicen: El ha dicho. He aquí, dice YHWH, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, y los cuentan, y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié ni les mandé; y ningún provecho hicieron a este pueblo, dice YHWH (Jer.23:28-32).
Cuando un pueblo se ha entregado a la vanidad de la vida, se ha dejado atrapar por el hedonismo y el relativismo, no tiene oído para oír a los profetas de Dios. Hay ocasiones cuando se traspasan todos los límites posibles para el retorno a la cordura, se atraviesan las lindes que marcan un punto de no retorno para entrar en lo irreversible. Cuando es así, solo el juicio de Dios pone freno a la locura de la desobediencia. El profeta Jeremías vivió en una sociedad marcada por esos derroteros. Una gran parte de su vida fueron lágrimas mientras que la mayoría vivían alegremente y despreocupados; imaginando que sus actos no tendrían consecuencias, hasta que vino destrucción repentina. Una buena parte de la sociedad occidental de nuestros días vive de la misma manera. Creen que se pueden traspasar todos los límites de las leyes morales de Dios; entregarse al desenfreno y las peores aberraciones, creyendo ingenuamente que no tenemos que dar cuenta ante el juicio de Dios. Mientras todo esto ocurre a nuestro alrededor, una buena parte de la iglesia de Dios sigue los mismos patrones de vida; entregada al placer, la autocomplacencia y el sueño que adormece los sentidos espirituales para ver y oír en el secreto de Dios. Si la sal pierde su sabor se vuelve insípida y no sirve para proteger de la corrupción. El alimento se echa a perder mientras consumimos toda clase de basura visual que entra por tantas ventanas: televisión, internet, Ipad, IPhone, Smartphone, etc. Los hijos crecen sin disciplina, se enseñorean de sus padres, incluso los agreden. Los colegios se llenan de chicos sin respeto a nada ni a nadie. Los padres renuncian a su responsabilidad de educar y disciplinar. Las leyes impías de muchos gobiernos impiden cualquier recuperación de las disciplinas básicas. La justicia se corrompe y se mezcla con la política. Los políticos sin escrúpulos solo piensan en saquear las arcas del estado y no saben lo que es la verdad porque mienten más que hablan. Para que seguir, la lista es demasiado abrumadora. Nos queda el evangelio.
Avanzando en el recorrido bíblico de los sueños llegamos al libro del profeta Daniel. En este libro volvemos a encontrar varios testimonios de sueños y visiones en la vida del rey Nabucodonosor que Daniel interpreta correctamente porque Dios le ha dado entendimiento en toda visión y sueños.
A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños (Daniel, 1:17).
El mismo Daniel tuvo sueños y visiones sobre el futuro. Algunos de ellos le dejaron perplejo y debilitado, además de no comprender bien muchos de los mensajes que recibía. “Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas? El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin” (Dn. 12:8,9). Aún no había venido el Mesías, el Cordero que venció y le fue dado poder para abrir los sellos cerrados por los que el apóstol Juan lloraba mucho.
Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo. Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo. Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos (Apc.5:1-5).
Que peligro corremos cuando algo está cerrado y sellado y a pesar de ello queremos abrirlo y exponerlo. De esa manera damos lugar a lo oculto, que toma forma de revelación, y acaba atrapándonos en el hechizo de lo desconocido. Penetrar a los misterios de los últimos tiempos conduce a menudo a forzar las interpretaciones de ciertos textos y confundir a muchos por nuestra presunción e impaciencia. Aunque en las Escrituras tenemos una parte que Dios nos ha dejado ver sobre este tema, sin embargo, no hay una exposición definitiva que pueda mostrarnos con claridad el orden fijo de los acontecimientos. Pero queremos más y tenemos una necesidad de competir para ver quién conoce mejor los hechos del futuro; por ese camino encontramos una gran controversia que nos debilita y divide.
Por su parte la ciencia está forzando al máximo los límites de lo permisivo y entrando cada vez más en terrenos prohibidos como pueden ser la clonación de seres humanos, crear vida, y entrar así en las cámaras secretas que solo pertenecen a Dios. Si lo que forzamos es la sensibilidad de nuestra mente, manipulamos esas áreas inexploradas de la conciencia y la imaginación podemos encontrarnos con sorpresas desagradables que engendran extralimitaciones de difícil control. La Biblia nos dice que “las cosas secretas pertenecen a YHWH nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley” (Dt.29:29).
Penetrar mas allá de los límites que Dios nos marca en el mundo espiritual nos llevará a perder el control y caer en manos de quién sí controla la oscuridad, el príncipe de la potestad del aire que opera en los hijos de desobediencia. Por ese camino, del que ya fueron advertidos los israelitas en el Pentateuco, damos entrada al culto a los muertos, al esoterismo y el ocultismo, a la acción de los demonios y por tanto, a caer lejos de la protección de Dios, extralimitándonos para ser devorados por un mundo que no podremos controlar sino que nos engullirá. “Porque los terafines han dado vanos oráculos, y los adivinos han visto mentira, han hablado sueños vanos, y vano es su consuelo; por lo cual el pueblo vaga como ovejas, y sufre porque no tiene pastor” (Zacarías, 10:2).
Llegados al Nuevo Testamento encontramos cómo Dios avisó en varias ocasiones a José, esposo de Maria, en sueños; primero para que la recibiera como esposa y más tarde para que fueran a vivir a Egipto y luego a Nazaret (cf. Mateo, 1:20,24) (cf. Mateo, 2:13,22). Y así llegamos al cumplimiento de la profecía del profeta Joel cuando dijo: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días” (Joel, 2:28,29 con Hechos 2:17). Profecías, sueños, y visiones producidos por la manifestación del Espíritu de Dios. Sobre esto hablaremos en otro capítulo un poco más adelante. Ahora quiero detenerme unos momentos en la carta de Judas donde se habla de “soñadores”.
CONTINUARÁ…