La fiebre por los sueños (1)

CONCEPTOS ERRADOSINTRODUCCIÓN.

Otra moda que nos ha invadido es la de soñar. Tener sueños grandes, buscar sueños y realizarlos. ¿Cómo? Muy fácil, siguiendo el manual que algunos soñadores ponen en nuestras manos a un módico precio en forma de libro, conferencia o predicación. Han brotado conferenciantes como setas después de una tarde lluviosa, no solo en el mundo secular, también en el eclesiástico.

Tenemos toda una pléyade de charlatanes muy finos, capaces de crear atmósfera, grandes retóricos y profesionales de la oratoria. Nos endulzan con sus milongas, nos atrapan con sus ofertas y nos subyugan con el magnetismo de su carisma. Sus palabras aduladoras nos emocionan y nos hacen soñar en salir de la monotonía diaria, alcanzar pensamientos de grandeza y lograr una vida exitosa que será la envidia de nuestros semejantes. El problema es que todos pueden conseguir las mismas cosas, por lo tanto, no sabemos a qué público vamos a impresionar dado que la generalidad de las masas pueden conseguir lo mismo, de esa manera viviremos una igualdad gloriosa si todos somos capaces de poner en marcha los mecanismos milagrosos que nos están ofreciendo con verdadera abnegación.

         Me gustaría que al margen de lo delicado de abordar este tema, de exponerme a ser malinterpretado, podamos reflexionar juntos, pensar juntos, debatir juntos, confrontar juntos y ser lo suficientemente valientes para restaurar lo que pudiera estar torcido, mezclado o errado en algunos de nuestros planteamientos sobre la moda de soñar.

         Seamos honestos y reconozcamos que en muchos casos nos hemos cansado de sufrir el desprecio de la locura de la predicación. Ser impopulares y molestos, irrelevantes o ninguneados acaba en ocasiones con nuestros iniciales deseos de ser fieles al mensaje de la cruz. Pensamos si tal vez hemos sido demasiado exagerados, duros o radicales en nuestras posiciones frente a la comodidad que a todo el mundo, incluidos nosotros, nos gusta. Queremos vivir tranquilos, ser aceptados, reconocidos, admirados y que sin comprometer demasiado el mensaje del evangelio comprendan las multitudes que somos buena gente, queremos lo mejor para ellos, así que por qué no adaptar un poco el mensaje a sus oídos, no provocar demasiado, sino utilizar términos que les gusten, que les haga más llevadero aceptar lo que queremos decirles. De esa forma han surgido puentes, hemos entrado, -tímidamente al principio-, a conocer los cultos a Baal, sondear sus prácticas para hacer amigos y luego predicarles al único Dios. Hemos aprendido sus formas, sus términos y sus prioridades; luego las hemos pasado por la Biblia, hemos encontrado algunos paralelismos que nos han emocionado y hemos vuelto con un mensaje más adaptado a su forma de ver las cosas, a su culto a la diosa Artemisa.

SueñosHemos usado palabras que no provocan rechazo, más bien aplauso; nos hemos sentido bien, aceptados, importantes y para no importunarles mucho hemos avanzado a buen ritmo nuestro despojo de las verdades esenciales como retrógradas, antiguas y caducas. Hay que modernizarse, nos hemos dicho, por lo tanto, santifiquemos sus prácticas mediante un lenguaje atractivo a los creyentes y deseado por los incrédulos. Un trabajo a dos bandas. Hemos sentado cátedra. Nos ha dado resultado. Ha comenzado a venir mucha gente a nuestros cultos que les recuerdan los suyos a Baal y la diosa Diana, lo hemos llamado avivamiento, hemos construido grandes edificios, hemos impresionado a los políticos devoradores de votos, y por fin hemos triunfado. Lo que siempre habíamos querido ahora lo disfrutamos.

Hemos tenido que hacer algunos cambios, pero vamos, sin mayor importancia. Seguimos hablando con términos bíblicos. Mantenemos una apariencia de piedad que calma nuestras conciencias. Escondemos ambiciones y concupiscencias detrás de un vestido religioso con mucho colorido, fiesta y entretenimiento que nos convence del buen camino que hemos emprendido. Acabamos los cultos alegres, estamos realizándonos, cumpliendo nuestros sueños, que mas podemos pedir.

         Todo esto es como una película de Hollywood, es decir, nuestro Baal de hoy. La feria de vanidades nos ha invadido pero nosotros la llamamos avivamiento. La apariencia de muchas iglesias modernas es atractiva según los patrones del sistema de este mundo, pero pobre, miserable, ciega y desnuda a los ojos del Señor de la iglesia, como la de Laodicea.

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