B. CENTRALIDAD DEL NOMBRE DE JESÚS EN LA IGLESIA PRIMITIVA
Todo el libro de los Hechos de los apóstoles muestra que la iglesia primitiva actuó bajo la autoridad del nombre de Jesús como consecuencia de su exaltación a la diestra del Padre. El Espíritu Santo vino para glorificar al Hijo, recordarles lo que les había enseñado y convencer de pecado, justicia y juicio a los oyentes del evangelio. Hagamos un recorrido de esta verdad en el libro de Hechos.
- Anunciaron salvación en el nombre de Jesús (2:36-38) (4:12).
- Perdón de pecados en el nombre de Jesús (Hechos 10:43) (22:16).
- Sanaron en el nombre de Jesús (Hechos 3:6-16) (Hechos 4:8-12).
- Sufrieron persecución por el nombre de Jesús (Hechos 4:1-3,17-20) (5:41) (9:14-21)
- Oraron a Dios en el nombre de Jesús (Hechos 4:23-31).
- Echaron fuera demonios en el nombre de Jesús (16:18) (19:13-17).
- Murieron por el nombre de Jesús (Hechos 20:24) (21:
C. JESÚS NUESTRO SUMO SACERDOTE Y MEDIADOR
Jesús ha sido entronizado, exaltado y glorificado a la diestra del Padre; además actúa como nuestro sumo sacerdote en el santuario celestial. La carta de Hebreos muestra esta verdad de manera especial. Jesús es ofrenda y sacerdote a la vez. Con una sola ofrenda se ha presentado por nosotros delante de Dios. Ahora es nuestro Mediador ante el Padre. La carta a los Hebreos tiene como tema principal la figura de Jesús como sumo sacerdote.
Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad a Jesús, el Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe… (Hebreos 3:1)
Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna… (Hebreos 4:14-16).
Siendo constituido por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec… (5:10)
y que penetra hasta detrás del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho, según el orden de Melquisedec, sumo sacerdote para siempre… (6:19,20)
… Ha llegado a serlo… según el poder de una vida indestructible… (7:16).
Por eso, Jesús ha venido a ser fiador de un mejor pacto… (7:22).
… El conserva su sacerdocio inmutable puesto que permanece para siempre. Por lo cual El también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos. Porque convenía que tuviéramos tal sumo sacerdote; santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores y exaltado más allá de los cielos… (7:24-26).
Tenemos tal sumo sacerdote, el cual se ha sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero, que el Señor erigió, no el hombre… (8:1,2).
Pero ahora El ha obtenido un ministerio tanto mejor, por cuanto es también el mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas… (8:6).
Pero cuando Cristo apareció como sumo sacerdote de los bienes futuros, a través de un mayor y más perfecto tabernáculo, no hecho con manos, es decir, no de esta creación, y no por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, sino por medio de su propia sangre, entró en el Lugar Santísimo una vez para siempre, habiendo obtenido redención eterna… (9:11,12).
Porque Cristo no entró en un lugar santo hecho por manos, una representación del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora en la presencia de Dios por nosotros… (9:24).
Así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan… (9:28).
Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, por un camino nuevo y vivo que El inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, su carne, y puesto que tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura (10:19-22).
El autor de Hebreos culmina su magnífica exposición con la trascendencia de nuestro acercamiento más allá del ámbito natural y religioso, lo expresa así:
Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sion y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, a la asamblea general e iglesia de los primogénitos que están inscritos en los cielos, y a Dios, el Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos ya perfectos, y a Jesús, el mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la sangre de Abel (Hebreos 12:22-24).
Muy edificante este analisis de «la centralidad del nombre de Jesus»
Bendiciones.
Me alegro, Holger, un abrazo.